martes, 22 de octubre de 2013

El cuento de la noche...

Resulta que cierta noche, nos encontrábamos recostados sobre el césped morado, con la cara al cielo viendo como las nubes semi grises y pardas se rasgaban unas con otras dejando estelas que eran precedidas por la luz de las estrellas, ellas, con su magnífico brillo no dejaban de asombrarnos, ya que a veces se notaban azules e intensas y otras tantas parpadeaban amarillas o rojizas, era un espectáculo de luces que nos brindaba la noche sólo para nosotros; a pesar de lo bello que pudiera ser aquel panorama, yo giré mi rostro y vi la línea que definía ese perfil tan único que la diferenciaba de todo y de todos, su hermosa tonalidad azul pálida, sus ojos grandes y negros como espejos, el cabello también negro largo, liso, su piel suave con esos pequeños lunares, el cuerpo delgado trazado y esculpido por el viento, sus manos con los dedos largos y finos, los dientes blancos como perlas que brillaban dentro del verde mar y que eran las estrellas submarinas en ese cielo húmedo, los labios gruesos en ese tono anaranjado y la sonrisa que tenía la fuerza de mil soles; ambos veíamos las lunas tan juntas besarse que no permitíamos que nos dejaran atrás, nos tomábamos de las manos y con gran cariño y placer nos besábamos suavemente, con calma y con entrega tal como si no existiera un mañana, ella amaba las historias y yo le relataba una sobre gente fuera de nuestro mundo, pequeñas personas completamente distintas a nosotros en apariencia pero con una misma esencia, porque todo lo que tuviera vida y conciencia debía de estar en un plano superior en la creación, todo cuanto pudiera existir fuera de nuestro mundo no era obra de la casualidad, así como no era casualidad estar en ese preciso momento recostados el uno al lado del otro, cómodamente sobre las alas que nos daban ese calor y suavidad, decidí extender una para abrazarla ya que parecía tener un poco de frío, mientras que mi mano no podía dejar de acariciar ese rostro tan perfecto. Proseguí con mi relato, "En este preciso momento, créeme que hay alguien en algún lugar, con la persona que más ama, abrazándola, acariciando su rostro y admirando lo perfecta que es" ella me miró fijamente y sentí como me elevaba sin despegarme del piso, "Yo creo que lo que dices es cierto, sino... que caso tendría la vida en otros mundo sino tienen momentos como este" los dos sonreímos, notamos el claro resplandecer del rojo sol que se levantaba sobre el horizonte, "Es tarde" dijo ella, yo sólo asentí, nos incorporamos para darnos el último beso y el último abrazo, "te quiero" dije en voz baja, más para mi conciencia que para su oídos; la tomé de la mano y emprendimos el vuelo hacia el nuevo amanecer.

                                                                                                       FABO