Se encontraba una tarde un niño sentado en la banca de piedra del parque, con su peinado de lado, su mejor traje y un clavel en la mano, hacía tres domingos que la había visto salir de misa acompañada de su papá, con su vestidito rojo y sus zapatos de charol, con un peinado sencillo y su moñito negro con rayas rojas; tenía los ojos negros y brillantes, y una sonrisa de ángel recién dibujada por Dios. Al pasar el niño se quedó mirándola inmóvil, soltó la mano de su madre, se paró derecho y camino hacia ella "Yo te quiero, y te querré siempre, no importa que la vida nos separe, que crezca y me vuelva un hombre aburrido que tenga un trabajo, no importa que tenga que dejar mis juguetes a un lado por seguirte o si tenga que recorrer miles de kilómetros en mi vieja bicicleta por verte, yo te quiero" le dijo así al pararse a su espalda, directo y a quema ropa; la niña abrió sus grandes ojos negros, se dio media vuelta y no dijo nada, él le tomo la mano "Por siempre dije" el padre de la niña que no se había dado cuenta de lo que había pasado, la tomo de la mano y avanzaron mientras ella giraba la mirada para ver al niño. Es así que ese día decidió formalizar la situación llevando lo que para él era la flor más formal de peticiones, el clavel, porque su padre siempre le llevaba un ramo a su madre cuando quería pedirle algo importante; así que ese domingo se levantó muy temprano, solito se arregló y salió al parque que estaba a unas cuadras de su casa y espero la salida de misa; sin embargo, la niña no llegó ese domingo, ni el siguiente, ni el siguiente; no obstante, él la esperaba sentado siempre arreglado. Pasaron los años, el niño creció y consiguió un trabajo, dejó sus juguetes a un lado y se volvió un hombre aburrido, pero una tarde de domingo, recordó la espera que solía hacer, se acercó a la tienda de flores, compró un ramo de claveles y se sentó en la banca a esperar; salió mucha gente completamente ajena a él, pero en ese momento la vio, una mujer con un vestido rojo, zapatos de tacón negros, un peinado muy refinado con el adorno de un moño negro a rayas; sintió un escalofrió que recorrió todo su cuerpo, y como hacía muchos años, se acercó con los claveles, ella sonreía cuando él se puso de frente, extendió la mano con el ramo de flores rojas "¿Recuerdas que te dije por siempre?"; ella tomó las flores, abrió los grandes ojos negros y asentó con la cabeza levemente; "Creí que serías tú, quien lo habría olvidado".
FABO
1 comentario:
SUBLIME!!! lo ameee intensamente :D
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