La mañana se levanta,
sale el sol y el rocío,
la aves emprenden el vuelo
y tú sueltas tu primera mirada.
Pasa el día tranquilo,
la vida sigue el tic tac del reloj
sin inmutarse o preocuparse,
sin sentirse agobiado o saturado
y tu pasas la tarde como si nada.
Llega la hora de comer,
la gente inunda las calles,
se escucha ruido y algarabía
mientras tu tímidamente
te comes el mundo a cada paso.
Es la hora de salida del trabajo,
todos se quejan y reniegan,
la vida es dura y lo sabemos,
quien no se esfuerza no gana
pero tú lo ganas todo con tu esfuerzo.
Llegas a casa cansada
avientas todo a donde caiga,
los zapatos, el abrigo,
el estrés, la mala gana.
Te pones tu ropa de dormir
y te sientes relajada,
y la noche se relaja contigo,
con el sonido de las cigarras.
Cenas algo, sin muchas ganas,
hojeas un libro de Neruda,
sintiéndote aludida en cada palabra
y sabes que sin duda está escrito para ti.
El sueño llega y te embarga,
dejas a Pablo a media palabra,
te dejas caer como suave brisa
y recuestas tu cara en esa almohada.
Yo no estoy ahí para mirarte,
sin embargo se todo lo que has hecho,
porque eres un cuento que me digo a diario,
y con él
siempre nos doy las buenas noches.
FABO