martes, 22 de octubre de 2013

Más grande...

Aquella tarde había sido muy difícil para ella, no es nada fácil descubrir que la infancia se tiene que acabar tarde o temprano y sobre todo cuando se tiene siete años; había sucedido que en el recreo mientras jugaba con sus amiguitas escucho hablar a la maestra con la directora, "Pues así como le cuento señorita, el pobre vigilante cayó como desmayado frente a las puertas del colegio, lo peor es que era la hora de la salida y varios niños lo vieron; el pobre cayó muerto, así nada más, dicen que fue algo del corazón"; escucho mientras recogía la pelota detrás de los bebederos; caminó muy despacio hacia sus amigas, como si el peso del mundo ahora cayera sobre sus hombros, ella conocía al vigilante, siempre le daba los buenos días al llegar y una sonrisa al despedirse, se dio cuenta que ya nunca más lo podría hacer, el miedo comenzó a recorrer su pequeño cuerpo y no pudo concentrarse más en todo el día; al salir su madre fue por ella como siempre, y la niña no pudo evitar mirar la silla ahora vacía de aquel señor con cara arrugada y rostro amable, la señora notó el rostro perturbado de la niña pero prefirió no preguntar nada hasta llegar a casa. Al entrar ella corrió a su cuarto y abrazo a su oso blanco, el cual se lo había regalado su papá y por supuesto era su favorito, la señora toco suavemente la puerta "Ya llegó papá, baja a saludarlo" ella simplemente dijo un "si" sin muchas ganas, fue entonces que apareció su padre en la puerta, la abrió despacio, "Espero que no te incomode que entre yo a saludarte"; la niña volteó a verlo y las lágrimas comenzaron a desbordarse por sus mejillas; su papá la abrazó fuertemente y la miró fijamente, ella entendió que quería saber qué sucedía, así que le contó lo que había escuchado sobre su amigo el vigilante. El señor la sentó en la cama y se puso de rodillas junto a ella, cerró los ojos un momento, suspiró y le dijo "Hija, lo que ha sucedido hoy, es que has crecido de golpe, cuando alguien es consciente de la muerte pierde un poco de inocencia; pero esto no es malo, debes de entender que la muerte es lo único seguro de la vida, y no por ello es algo malo, todo tiene un ciclo que debe cumplirse, las mariposas se transforman de gusanos a esas majestuosas criaturas aladas y de colores, es lo mismo con los que mueren, dejan una forma para transformarse en otra que brilla más en cualquier lado; a todos nos pasará y algún día entenderás que cuando suceda será doloroso pero al final encontraras la belleza de la vida" la niña alzó su carita triste pero ya no lloraba más, tomó su oso y abrazó a su papá; él tenía razón, ahora ella ya se sentía más grande. 

                                                                                               FABO

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