Te nombro y no necesito abrir los labios,
lo grito con el alma,
con los sueños,
con la vida entera
con todo lo que tengo y no tengo.
Te llamo con la mirada, con los recuerdos,
con las noches en vela que me regalas,
te llamo con las manos siguiendo tu silueta
con la necedad de quererte siempre y todo el tiempo.
Eres mi oración antes de dormir
y la luz que me despierta cada mañana,
el porque de mis pasos en el camino,
en sí, eres el mismo camino que quiero recorrer.
Te llamo y a veces me escuchas,
sabes que lo haces, porque lo sientes,
porque tu corazón lo dice
porque tus sentidos te engañan, y los dejas.
Tienes un nombre que no se pronuncia,
como el verdadero nombre del viento,
del fuego, del mar
de la vida,
como todo se llamaba en un principio.
Y así te nombro,
porque te pienso y pienso en todo y nada
porque eso eres tu
que a pesar de estar llena de vacíos
eres absolutamente plena.
Yo soy feliz así, a pesar de saberte distante
porque prefiero amarte aunque a veces no lo sepas,
a que supieras con certeza que en realidad
nunca podría amarte.
FABO
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