pensé qué lugar sería el que me hiciera lograrlo,
qué lugar sería perfecto para evocar tu recuerdo,
para sentirte reflejada en mis palabras.
Pensé en las costas del mar turquesa,
en la montañas con neblina,
en el bosque con la llovizna eterna
o en el balcón con la noche de fondo.
Nada me convencía,
todos tenían esa magia de transmitirte
pero ninguno de evocarte
por completo.
Así que opte por lo más sencillo,
sentarme en la costa de tu cadera
con el mar turquesa de tu boca entreabierta
sintiendo el ritmo de tu palpitar contento,
con el vaivén de la sonata de tu encanto.
Me recosté en tus montañas con neblina,
suaves, tibias, verdaderas,
donde la conquista no es tuya sino mía,
donde se pierde la vida con el sueño.
Entré en tu bosque con llovizna eterna,
arropado sólo por tus brazos,
camine sin rumbo entre tus rasgos,
sintiendo el aroma a vida fresca.
Me senté en el balcón con la noche de fondo,
ese que tienes en tus ojos negros,
donde alumbra el reflejo de farolas
que parecen estrellas de un gran cielo.
Entonces me sentí completo,
y pude describirte como eras,
entendí que el lugar que mas me inspira
es contigo en mi mente y en mis brazos.
FABO