Recostado en la obscuridad,
no sé si pienso sobre los sueños que he tenido
o sueño con los pensamientos que me han llevado
hasta éste punto en mi vida.
En la obscuridad te siento más cerca,
como una sombra dentro de otra sombra,
siento el palpitar de tu pecho desbocado,
siento la suavidad de tus manos.
Lo que más me gusta de recordarte así
es que dejas de ser un recuerdo,
absorbes toda la luz a tu alrededor
dejando todo en penumbras.
A veces cierro los ojos,
en la obscuridad,
y siento que por fin veo claramente todo,
se renueva mi espíritu y mi conciencia.
La obscuridad no es mala ni buena,
sólo es ausencia,
ausencia de ti y de mi,
un abandono absoluto a la vida.
Dime si te asusta estar a obscuras conmigo,
porque a mi a veces me sucede,
estar con uno mismo y hablarse, puede llegar a ser difícil
y hasta incómodo.
Me gusta acompañarte en la obscuridad
donde nos reconocemos como dos ciegos,
sólo necesitamos las manos para hablar,
para entendernos.
Y así me quedo de nuevo,
sólo y en la obscuridad,
esperando encontrar esa luz que me guíe
o esperando atraerla
a mi mundo de obscuridad.
FABO