Me gusta envolverme en el recuerdo de ti
ese que tal vez ya no sea nada tuyo
y que yo me he formado a través de sueños
y desilusiones.
Me arropo en tu sonrisa inexistente
en tu mirada intangible,
en tu cuerpo de seda, tan suave como el humo
y te escapas de cada uno de mis sentidos,
sin embargo sigues presente a cada instante.
A veces digo tu nombre antes de dormir
pero ya no sé si realmente es tu nombre
o yo lo he inventado para llamar esa claridad
que no termina de cubrirme por completo.
Siento como vibra el viento
con las dulces notas de tu voz a lo lejos,
vuelan y giran como notas de un violín
en el salón de conciertos de mi mente.
Quererte así, de esta manera
tan profunda y verdadera, me lleva a pensar
si estaré viviendo la peor de mis bendiciones
o la mejor de mis maldiciones.
Pero hoy, decido callar
y no decirte nada más por el momento
porque de ser sincero tengo miedo que al llamarte,
sea tu ausencia la que termine por contestarme.
FABO