miércoles, 4 de junio de 2014

Mi pequeña...

Siento que ya no puedo callar
inconscientemente la vida se asoma
gustosa de mostrarme la realidad donde
otros tiempo y otros días
ponían tus labios en mi boca mientras yo saboreaba
esa entrega tan tuya que ahora recuerdo tan mía.

        No puedo evitarlo
        siento el latir de tu corazón aún agitado en mi pecho
        a veces quisiera seguir sintiéndote  mía así como
        nunca he dejado de ser tuyo por más que lo intente.

          Dedique mi ultima plegaria a olvidarte
          otro día, otro tiempo, pedí a Dios que me brindara
          entonces el milagro, pero no llegaba y yo
          negué la existencia de la dicha para mi.

 Todo tiene un tiempo, supuse, 
  inocentemente te di mi vida a una edad que no entendía
  así que mi promesa parecía falsa pero con
  un instante bastaría para que notaras que
  no pasa un día sin que recuerde tus grandes ojos de verdad.

    Que importa lo que me depare el destino
    un tormento, o una soledad,
    en este momento ya nada me importa
    teniendo en cuenta tu partida inevitable.

        Usaré lo poco que me queda de cordura,
        ya la vida decidirá mi castigo
        aunque a veces pienso que mirarte en brazos ajenos 
        me basta para no querer seguir vivo.

      Entonces, ¿que me depara este mundo?
      o será que yo creo que aún hay algo para mi,
      lo siento si sigo siendo optimista, pero mientras tú
      vivas, las esperanza de tenerte en mis brazos, seguirá
      implícita en cada día de mi vida.

 Dame sólo una mirada, un recuerdo, un lugar  
 aislado de esta soledad tan demoledora 
 sintiendo el calor de tu risa inocente
 teniéndote como en ese abril de antaño
 en donde un girasol, marcaba un año más de vida.

                                                                                                                          FABO