Quiero contarle que tuve un sueño, de esos que son tan vívidos que al despertar no se está tan seguro si realmente uno ha despertado o tal vez es ahora que estoy dormido. Yo llegaba por usted puntual como siempre, porque para mi perder un minuto de no verla es un sacrilegio que no estoy dispuesto a cometer, la vi salir con su vestido blanco y sólo pude pensar "Dios, debo estar soñando" . Usted tomó mi mano y con esa sonrisa tan única que lleva puesta desde que nació me dijo "Te extrañaba", dígame usted qué puede contestar un mortal cuando un ángel pronuncia esas palabras, de nuevo lanzó su sonrisa pero ésta vez la juguetona, la sensual y como es de entenderse inevitablemente tuve que besarle y sus labios sabían a lo que debe saber el alimento celestial. De nuevo su mirada sobre la mía, y de nuevo yo entregado a usted por completo, por convicción y por obligación ciega como aquel que sigue un ideal desde lo más profundo de su ser; atine a decirle "La quiero" usted puso ese semblante serio, como si hubiera leído el artículo 1° fracción IIIb que habla sobre "...el como la quiero respecto a los requerimientos y estatutos establecidos por la necesidad de tenerla a mi lado todo el tiempo, con premura y necedad..." no necesitó decirme nada más, sólo volvió a besarme, pero esta vez era estampar su firma en tinta roja sobre mis labios mostrando su acuerdo por completo. Miré el camino mientras tomaba su mano, le pregunte nuestro destino y usted me dijo "Estar juntos", que bueno que yo conocía bien esa dirección, encendí el motor y tomé el rumbo. La luz penetró las cortinas y me despertó con un suave arrullo, abrí los ojos y me di cuenta de su ausencia, a veces una triste realidad se disfraza de una hermosa mañana. Espero pasar por usted de nuevo en alguna noche de éstas; por lo pronto le comento que hasta nuestro próximo encuentro, le echare de menos.
FABO
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