Todo permanece en la obscuridad,
sólo una tenue luz blanca se coloca sobre el escenario
iluminando una bella figura de líneas suaves,
es una estatua tallada por las manos de Dios.
De pronto unas notas familiares comienzan a sonar
y la estatua cobra vida dentro de ese vestuario negro y rosa,
sus movimientos sutiles contrastan con la fuerza de su carácter
y el mundo se reduce a ese momento en que sus pies
bailan sobre el cielo.
Se mueve como un ángel y el universo lo nota,
se estira y parece alcanzar las nubes;
sus piernas abren un compás imposible
como imposible es dejar de admirarla.
El señor Armstrong, con su voz peculiar
canta "Give your heart and soul to me..."
y yo por fin lo comprendo
porque no dejo de sentir lo mismo.
En cada giro la vida le queda corta,
hace poesía sin decir una sola palabra,
sin escribir un sólo verso,
sólo con el simple hecho de volar por los aires.
Suenan los últimos compases,
y siento que el corazón no me alcanza para quererla tanto,
aun así, Edith Piaf ya lo había dicho:
"Et des que je l´apercois
Alors je sens en moi
Mon coeur qui bat"
y ahora la bailarina,
me lo ha explicado por completo.
FABO