lunes, 7 de julio de 2014

Nuestro insomnio...

El continuo caminar de tu recuerdo
va dejando surcos bajo mis ojos,
en un camino de obscura media luna
que nota el ir y venir a su antojo.

        Veo cómo la noche cae
        y la ciudad toma otro ritmo,
        sin embargo mi luz sigue encendida,
        y las frases brotan como gotas en la lluvia.

   Se asoma tímidamente el sol
   y las nubes parecen despertarse a su paso,
   todo eso sucede mientras yo
   sigo despierto para no soñar contigo.

          Miro con desgana por el balcón de mi habitación,
          las persianas tratan de ocultarme esa verdad,
          pero el día llega imparable
          y yo sonrío al verme vencido.

  No sé si he perdido otra noche de sueño
  o si he ganado otra noche de ti,
  no me queda claro dónde muere el cansancio
  y dónde nace mi necedad.

         Trato de recostarme un instante
          y de la nada llega otra frase,
          mis manos me exigen vaciarte en versos
          sin importar que esté exhausto de ti.

 Me miro al espejo pensando, "otra noche...",
 observando mi rostro mientras mi reflejo se acostumbra a verme,
 cada día me siento distinto, o tal vez sea que los días y las noches
 terminan fundidas como mis ideas con los recuerdos.

           A veces me causo gracia y sonrío,
           entonces me reconozco por un instante,
           me veo detrás de esas pequeñas arrugas en los ojos,
           detrás de esa sonrisa de medio lado,
           delante de una calma que no llega.

    Dentro de la ducha, mi propia lluvia tibia
    me  reconforta y me deja soñar despierto,
    y al salir me siento dentro de un sueño entre el vapor,
    tanto, que llego a sentir tu mano en mi pecho
    mientras susurras "anda ya a la cama",
    estiro mi mano y no te encuentro,
    y me entrego por completo a la realidad de soñar
    sin dormirme.

             Pero nada de eso me desanima,
             por el contrario, a diario espero la llegada de la noche,
             para mantenerme despierto contigo,
             aunque no estés;
             para que sigamos siendo eternos,
             aunque sólo sea en nuestro insomnio.

                                                                                                               FABO