A qué le temes,
es acaso a los fantasmas
que te llegan con susurros de mi boca
y sientes cómo te recorre ese escalofrío
por la espalda; como mis dedos en esas noches
que tanto temes no lleguen de nuevo.
O tal vez le temes a éste monstruo
que sólo quiere devorarte a besos,
que llega arrastrando su pesada alma
para recostarse a tu lado mientras tú sientes resquemor
y tiemblas, aunque no sabes si es de miedo
o de impaciencia.
Puede ser que temas a las pesadillas,
en las que ya no te veo,
donde me alejo poco a poco
y no puedes alcanzarme.
Tus miedos pueden ser causados
por la magia que te provoco al mirarnos,
por ese deseo que te niegas a aceptar
porque el pecado te condena
y yo llego como una sombra que te invita
a tomar ese pedazo de cielo para nosotros.
Puede que te temas a ti misma,
que sepas que un día me desvaneceré
y pueda ser demasiado tarde,
que darás la vuelta
y al mirar con atención,
ya no estará ni el fantasma, ni el monstruo,
ni la pesadilla, ni el mago, ni la sombra,
sólo estará el recuerdo de algo que pudo haber sido
y no lo será,
y es eso, a lo que de verdad le temes.
FABO