Las nubes se arrastran
llevadas por un viento sin calma,
con una lluvia que ruge como mil leones
ya con las gargantas destrozadas.
Los árboles se mecen,
sienten el rigor que los lleva de un lado a otro
y lanzan un quejido entre el tronar de sus ramas
que el mundo escucha,
pero no puede hacer nada.
Las gotas caen estrellándose contra el suelo,
contemplan resignadas su nacimiento y su final,
por un momento vuelan sobre todo
viendo crecer los campos, las ciudades,
la vida;
mientras ellas la pierden a cada paso.
Poco a poco llega la calma,
el sol se levanta de su efímero letargo,
se muestra imponente y desafiante,
brindando su fulgor a manos llenas.
Ya el silencio lo domina todo,
el campo se siente renovado,
la vida se siente viva,
ya todo es lo que debe ser
y nada más.
FABO