viernes, 7 de noviembre de 2014

Música solar...

No sabía ni cómo ni por qué había sucedido, sin embargo, al abrir los ojos notó que su  cabello verde había crecido hasta su cuello, la corteza clara de su piel se sentía suave y aliviada con los primeros rayos que se atrevían a cruzar las densas nubes aún presentes después de la tormenta nocturna. Sentía las ramas de sus piernas más ligeras que de costumbre, como si el agua que subía a través de sus zapatos con colores rojos y puntos blancos, le llenara y renovara completamente; se sentía tan feliz y completo que a cada paso que daba iba dejando pequeñas flores blancas que marcaban una senda que emanaba un sutil aroma a infancia. El bosque era denso y en sus ramas se colocaban las aves rojas, cuyo canto arrullaba todo cuanto tocaba, se sentía fluir la vida sin más ni más, todo aportaba un poco de sí para que ese mundo fuera perfecto en su más profunda esencia, nada estaba fuera de lugar a pesar de parecer un desorden total. Él seguía caminando, respiro profundamente y el aire limpio que entró a sus pulmones hechos de seda le dio la sensación de flotar por los aires. Sintió cómo de repente, de sus hombros, crecía un manto de musgo verde claro, perfecto para cubrirle del clima húmedo que lo rodeaba, siguió su camino abriendo sus grandes ojos marrones  y fue entonces que pudo distinguir esa lluvia solar que caía sobre las flores, las cuales exhalaban su más deliciosos aroma en señal de gratitud; tal muestra de belleza majestuosa le reconfortó tanto el corazón que quiso tocar una melodía, así que tomo una rama del suelo atándole un fuerte hilo de una telaraña, se acercó delicadamente hacía los rayos de sol, colocó sus manos en posición y comenzó a tocarlos con la gracia de un músico natural; las notas se desprendían como sonidos de cascadas, como el silbido del aire entre las copas de los árboles, con los tonos de las piedras arrastradas por los ríos; realizando los sonidos de la naturaleza que en sí son toda una sinfonía. Al terminar, derramó una lágrima, la cual al tocar el suelo se convirtió en una laguna azul y profunda. Decidió permanecer en ese lugar para tocar los rayos de sol cada que el mundo se lo permitiese, para hacer por siempre su música solar.

                                                                                                                     FABO   

(Inspirado en "Música Solar" de Remedios Varo, 1955)