lunes, 24 de noviembre de 2014

Por fin estoy soñando...

Me despierto y el frío me da los buenos días, aunque de ser sincero no sé bien si es que por fin he abierto los ojos o simplemente he caído en otro sueño. Entonces me levanto, y estoy sentado detrás del escritorio, será que el cansancio logró hacer que me quedara dormido por un instante, o tal vez sigo soñando, miro por la ventana y cierro los ojos para imaginar una vida pasando frente a mí, pero al abrirlos, me encuentro en la terraza de piedra con la guitarra entre mis brazos, cantando o mejor dicho susurrando entre acordes la canción que te escribí esa noche; la inspiración no para de llegar cuando tu recuerdo emana como un sueño, al que me aferro y me pierdo en él, para descubrirme parado justo frente a tu puerta; noto que llevo puesto mi mejor traje, y es entonces que sales tú tan linda como siempre, enfundada en el vestido negro y con esos labios rojos intensos y con la mirada puesta sobre mí, te acercas lentamente y besas el borde de mis labios apenas rozándolos. Te abrazo y siento el calor que desprendemos desde el fondo de nuestra esencia; me aparto un poco para observarte claramente y es entonces que me doy cuenta que estoy sentado en la banca del parque, donde suelo escribirte todo el tiempo, la pluma aún en mi mano traza una tenue línea al sorprenderme, te busco en todas partes pero sólo te encuentro en las letras que te describen claramente, alzo la mirada hacia el cielo algo gris, con las nubes arremolinadas que parecen discutir entre sí. Cierro los ojos y los aprieto con fuerza, y al abrirlos apareces de nuevo frente a mí, no dices nada pero escucho tus pensamientos claramente, y me da gracia que te preguntes "si pensaré que te ves linda en ese vestido", al sonreír todo se nubla y noto que no es tu cintura la que tengo entre mis manos, sino la guitarra soltando los acordes de esa melodía que tanto nos gusta, mis manos se mueven sin que yo lo note  y la noche llena la terraza con ese aroma de promesa de lluvia; justo en la nota final, dejo caer mi mano sobre el escritorio tirando unos documentos al suelo, me quedo un poco aturdido, sin embargo levanto los papeles, de entre ellos se desprende una hoja que dice "Ya no trato de escribirte porque sueño contigo y ese sueño siempre llevara consigo un amargo despertar, por no tenerte a mi lado, por ser el motivo más sincero de mi vida, por ser el motivo más iluso que aún mantengo..." parece un escrito sin concluir para ti. Mientras leo éste borrador siento el frío colarse por las sábanas, y sé que es momento de despertar, pero al abrir los ojos noto tu silueta recargada en la puerta con un café humeante entre tus manos y me das los buenos días, es entonces que me doy cuenta que por fin estoy soñando.

                                                                                                 FABO