Y le dije "Te quiero"... así sin más salió de mi boca como una mera contracción muscular, como un espasmo que llega de repente, como un calambre que ataca sin razón y sin motivo pero llega artero a la zona donde mayor dolor provoca, lo dije como un acto reflejo, como quien se cubre los ojos ante un resplandor cegador; salió como un estornudo en época de frío, como el impulso de rascarse ante el piquete de un insecto, como una explicación que se da sin ser pedida, como si la única cosa coherente que pudiera soltar hubiera sido eso, como si mis palabras fueran dichas por otra persona a través de mi boca, como si no fuera yo quien estaba ahí y en verdad fuera un mero espectador de mi propia vida que ve a través de los mismos ojos y sin embargo no era yo quien lo hacía. Inmediatamente después me quedé inmóvil, como una estatua de mármol o cemento, helado como un hielo, petrificado como esa roca que se formó después de la erupción de un volcán que al haber desprendido su furia se queda inmóvil dejando un recordatorio de lo que alguna vez fue pero que ya no lo es más, me quede estático como un punto sobre un papel, como el estudiante que observa impotente el examen que sabe que no resolverá jamás, como un adorno más en la vitrina de la abuela. Ella se quedó pensativa por lo que me pareció fueron siglos o segundos o días o un instante, que razón tenía ese Einstein sobre la relatividad del tiempo, me dio la impresión de que pude haber llegado a mi casa, cambiado mi ropa, visto una película, peinado, lavado mis dientes, pasado por unas flores, dos girasoles que son los que ella le gustan; y aun así seguiría con el rostro pensativo inmersa en esas ideas que no decía mientras permanecía resguardada tras su cabello negro y largo. La observe fijamente, no había ni un cambio en su mirada; pensé que obviamente estaba buscando la respuesta más diplomática que pudiera encontrar porque ella era así, siempre tenía un argumento fundamentado, claro y preciso, tangible y en base a escritos que nadie se atrevería a refutar, su lógica era precisa y por ello era mordaz, sabía dar esas explicaciones que suenan tan sencillas que hace que uno se sienta más tono aún por haber preguntado, tiene la capacidad deductiva de Sherlock Holmes mezclada con la analítica del Dr. Moriarty, triunfal y avasalladora, apabullante con su dialéctica, una erudita en la retórica y amante del método, y yo que sólo soy un remedo de escritor. Todo eso cruzó por mi mente cuando finalmente giró su rostro, con un movimiento lleno de gracia colocó un mechón de su hermoso cabello detrás del oído derecho, "¡Touché!" pensé, ese movimiento había logrado desarmarme por completo, la sensualidad, la facilidad, la simpleza de un movimiento sublime el cual a leguas se notaba que tenía dominado al más puro estilo científico, cada movimiento había sido preciso y estudiado para que, si lo hubiera pedido en ese momento, me convirtiera en su fiel amante dispuesto a todo en cualquier momento sin siquiera tener que soltar una palabra. Sus ojos negros con esa mirada inquietante me miraron profundamente, y entonces vino el knock out... esbozó esa sonrisa de medio lado que aunada a sus labios rojos hace que no te quede más remedio que rendirte a su voluntad, porque sólo un ángel sonríe de esa manera; traté de mantener mi semblante firme, pero para ella es tan obvio que soy un libro abierto, claro como el agua corriente de un río, para ella no tengo secretos aunque nunca le ocultaría nada; sin embargo es de entenderse que por amor propio debía mostrarme firme, era una batalla de poder a poder, la cual había perdido por el mero hecho de presentarme. Noté como sus labios se abrían lentamente para pronunciar algo, el movimiento fue tan lento que pude notar como el caracol que se arrastraba por su jardín recorría las 500 millas de Indianápolis a una mayor velocidad que con la que salían sus palabras, pude imaginar a una tortuga de doscientos años tocar cada una de las costas de éste mundo a la velocidad de la luz comparada con el movimiento de su boca, tan es así que mis pensamientos de cualquier respuesta posible a lo que pudiera contestar cruzaron en cuestión de segundos, pude escribir dos novelas, tres poemas y un manifiesto y ella seguía aún moviendo sus labios. Finalmente pude escuchar como salía de su boca esa melodiosa voz que sonaba como un coro de ángeles que le cantan al amanecer, como una orquesta de clase mundial que da un concierto sólo para mis oídos, esa voz sonaba como el canto de las aves en la jungla, como la nota larga de un violín, como el susurro del viento que silba juguetón y te acaricia el alma, por eso sientes frío porque una parte de ti se va con él, así era su voz que penetraba en mis oídos y llenaba cada plano de mi ser, físico, esotérico, alquímico, biológico, mental, trascendental, religioso, filosófico, espiritual, y pagano; todo sólo por escuchar su dulce voz, pero lo verdaderamente milagroso, fueron sus palabras, tan claras como una copa de vidrio, como un cielo despejado donde ningún nubarrón amenaza con lluvia, claras y concisas como un parte médico o una fórmula matemática que no dejan lugar a duda alguna. Ella dijo "También te quiero". Entonces mi mente se quedó vacía, mientras mi vida se llenó por completo.
FABO