martes, 12 de noviembre de 2013

Nuestra partida...

Yo estaba sentado en la estación; el día era nublado y el ambiente frío cerraba el cuadro mientras mi respiración se notaba clara con el humo que provocaba. El tren llegó puntual, al igual que ella; se veía linda con su blusa roja y su chamarra de piel café; al cuello su bufanda blanca "la de la suerte" decía ella, solo llevaba lo indispensable, una pequeña maleta y su siempre fiel bolso rojo de mano; yo a su vez, tenía el abrigo negro de mil batallas, ese que llevaba puesto el día que la conocí. Ese día llovía y le ofrecí mi abrigo, quién diría que después de ese gesto nos encontraríamos hoy aquí, dispuestos a dejarlo todo por encontrarnos a nosotros; el tren sonaba y se retorcía, pareciera que el frío le calara también, nos llamaron por fin "Tous en borde" dijo el guardia con ese acento de provincia; ella me miró fijamente, en sus ojos se notaba el miedo y la ilusión, todo mezclado a la vez. La tome de la cintura y susurré en su oído "tranquile" en el mejor francés que pude, solo sonrió para calmarme más que por mostrar verdadera felicidad; no era para menos, la melancolía también se apoderaba de mí así como la incertidumbre, sin embargo no dudaba de querer estar con ella siempre. Abordamos el tren, no había mucha gente así que tomamos dos lugares con bastante privacidad. Pasamos varias estaciones y al llegar a la última tomé su mano "este es el final" comenté susurrando a su oído; ella tomó mi mano y la puso sobre su vientre y con esa mirada de verdadero amor me dijo claro y despacio "No amor, te equivocas, este apenas es el principio".
                                                                                                                                                                                                                                                                                                             FABO