La noche cae y con ella llegan las luces que iluminan esta hermosa ciudad, el frío amenaza con vencer el abrigo negro que porto, sin embargo, yo sigo mi camino. La lluvia se hace sentir en mi rostro y a pesar de congelar mi cara me hace sentirme completamente vivo, por fin llego a mi destino; desde abajo la Torre Eiffel se muestra imponente y desafiante, es un monstruo hermoso o una obra de arte aterradora, la miro desafiante y subo a ella, desde lo más alto domino la vista de Paris, una ciudad espectacular, a mis pies esta el Sena y el Arco del Triunfo, todas las luces brillan para mi y suelto una sonrisa, el viento juega con mi cabello y entumece mis manos. Me siento feliz de estar aquí teniendo mi pequeña conquista personal. Y así comienzo el descenso, a través de las entrañas de la torre, alcanzo a ver todos sus huesos, sus venas y arterias, la recorro por dentro y nos entendemos; por fin abajo vuelvo a voltear a su punta, la veo hermosa y me quedo a sus pies, me siento en una banca y entonces te escribo esto: Sabes, estoy en una ciudad hermosa y sólo pienso en ti, en que la vida me lleva como el viento a las hojas y sin embargo mi destino es terminar entre tu brazos, como siempre ha sido y como siempre será, yo pienso que la lejanía nos une aún más y nos muestra otra cara de nosotros, la de la soledad que nos acompaña siempre, que camina paso a paso y que nos mira de frente, sólo que esta vez nos tenemos, a la lejanía, pero nos tenemos y créeme que no pienso dejarte ir nunca, no importa en que parte del mundo nos encontremos, tú y yo siempre estaremos unidos.
FABO
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