Hoy te escribo desde Budapest, la triste y nostálgica, la que ha soportado los ataques de mil batallas y aun así se muestra dulce y bella; me recuerda tanto a ti, que has sufrido tantas veces sin que haya causado alguna merma en tu espíritu valiente, siempre he admirado ese coraje sereno que te empuja a llegar a cualquier parte. Hoy el Danubio se veía más grande, con su cauce de río imponente como tu cuerpo de río esperando a ser surcado por las velas de mis manos, aquí el frío pega pero no tan fuerte, pega más tu lejanía de mis manos que se enfrían al no tener el abrigo de tu cintura exacta, hoy pienso en ti como siempre, pienso en tu sonrisa y en tu mirada, que las llevo conmigo como si de una reliquia santa se tratara. Siempre me pongo nostálgico al dejar algún lugar, supongo que es la falsa idea de sentirme nacional de tierra extranjera; porque lo que me queda claro es que Hungría es un país en el que podría vivir si la nación de tu recuerdo, que es donde vivo de verdad, me extendiera un pasaporte.
FABO
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