lunes, 24 de noviembre de 2014

Y qué...

Y qué si me dejo guiar por tus palabras,
qué importa que recorra senderos
hechos por una esperanza 
que se queda en un horizonte lejano.

      Y qué si escucho tus razones 
       que luchan por ser reales
       cuando sería tan fácil
       dar media vuelta a un mundo claroscuro.

Cada noche dura hasta que el sol sale,
así como mi soledad dura hasta que tu recuerdo
llega dejando su estela de cometa,
atravesando el cielo de lo incierto.

      Y qué importa que la vida siga,
       que el reloj hable con su pesado juicio
       y que el silencio perdure entre los suspiros,
        si la esperanza sigue intacta en el rincón más apartado.

   Si aún quedan restos de nosotros
   esparcidos por el mundo 
   como cenizas de un volcán
   como raíces de un roble. 

        Y qué si yo te quiero y tu me quieres,
         si el destino se empeña en acercarnos
         por más alejados que nos encontremos,
         distantemente juntos. 

  Y qué, me pregunto,
  si de todos modos nosotros
  somos para nosotros y no más,
  es momento de moldearnos un mundo nuevo
  donde todos se pregunten... y qué.

                                                                                                                       FABO

Melancolía...

Son mis sueños como blancas veredas
que se pierden en la niebla del tiempo
dejando apenas visible
tu recuerdo imborrable.

       Las noches no se acaban al abrir los ojos,
       y es la luz lejana, aún más lejana
       porque se va contigo, para seguirte,
       para quererte.

 No veo retratos en las sombras,
 ni siquiera reconozco los sonidos del ayer,
 se mezcla todo en una realidad tan falsa
 que la poesía parece un simple discurso político.

      El sabor dulce de tu boca,
      la claridad de tu mirada,
      la suavidad de tu piel,
      todo se se funde en una duda y en una razón.

  Soy yo quien te busca en todas partes,
  y tú en todas partes te escondes,
  te quiero siempre y todo el tiempo
  aunque no lo sepas, aunque no lo notes.

        El mundo me rodea mientras susurra,
        trato de entender sus palabras llenas de verdad
        pero mis oídos se han acostumbrado
        a escuchar tus mentiras honestas.

 Hoy me voy de nuevo a dormir
 para soñar que vivo en cualquier parte,
 todo importa entonces,
 nada importa ya.

                                                                                                                    FABO

viernes, 7 de noviembre de 2014

Música solar...

No sabía ni cómo ni por qué había sucedido, sin embargo, al abrir los ojos notó que su  cabello verde había crecido hasta su cuello, la corteza clara de su piel se sentía suave y aliviada con los primeros rayos que se atrevían a cruzar las densas nubes aún presentes después de la tormenta nocturna. Sentía las ramas de sus piernas más ligeras que de costumbre, como si el agua que subía a través de sus zapatos con colores rojos y puntos blancos, le llenara y renovara completamente; se sentía tan feliz y completo que a cada paso que daba iba dejando pequeñas flores blancas que marcaban una senda que emanaba un sutil aroma a infancia. El bosque era denso y en sus ramas se colocaban las aves rojas, cuyo canto arrullaba todo cuanto tocaba, se sentía fluir la vida sin más ni más, todo aportaba un poco de sí para que ese mundo fuera perfecto en su más profunda esencia, nada estaba fuera de lugar a pesar de parecer un desorden total. Él seguía caminando, respiro profundamente y el aire limpio que entró a sus pulmones hechos de seda le dio la sensación de flotar por los aires. Sintió cómo de repente, de sus hombros, crecía un manto de musgo verde claro, perfecto para cubrirle del clima húmedo que lo rodeaba, siguió su camino abriendo sus grandes ojos marrones  y fue entonces que pudo distinguir esa lluvia solar que caía sobre las flores, las cuales exhalaban su más deliciosos aroma en señal de gratitud; tal muestra de belleza majestuosa le reconfortó tanto el corazón que quiso tocar una melodía, así que tomo una rama del suelo atándole un fuerte hilo de una telaraña, se acercó delicadamente hacía los rayos de sol, colocó sus manos en posición y comenzó a tocarlos con la gracia de un músico natural; las notas se desprendían como sonidos de cascadas, como el silbido del aire entre las copas de los árboles, con los tonos de las piedras arrastradas por los ríos; realizando los sonidos de la naturaleza que en sí son toda una sinfonía. Al terminar, derramó una lágrima, la cual al tocar el suelo se convirtió en una laguna azul y profunda. Decidió permanecer en ese lugar para tocar los rayos de sol cada que el mundo se lo permitiese, para hacer por siempre su música solar.

                                                                                                                     FABO   

(Inspirado en "Música Solar" de Remedios Varo, 1955)

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Medusa...

No sólo su mirada convertía en piedra,
también sus palabras,
sus acciones,
su desdén,
amarla.

      No sólo su cabello era de serpientes,
      también su lengua,
      su lento caminar,
      su piel fría,
      su querer ausente.

          No sólo era un mito,
          era un cuento,
          una historia,
          una mentira cansada de ser contada,
          una verdad inquebrantable.

  No sólo era su cuerpo de mujer,
  también sus manos,
  su aroma,
  su eterna indecisión.

          No sólo traté de arrancarle la cabeza,
          trate de arrancarle el recuerdo,
          la nostalgia,
          la añoranza.

    Yo quise ser el héroe
    dejándola sin siquiera mirarla,
    porque de haberla visto tan sólo instante,
    hoy sería otra estatua
    en el jardín de sus desgracias.

                                                                                                               FABO
   

martes, 4 de noviembre de 2014

Tú qué sabes...

Yo no sé nada,
no sé como quererte
ni como olvidarte,
no sé como retenerte
ni como dejarte ir.

      Yo no sé
       a qué sabe tu olvido
       ni tu recuerdo,
       no sé lo sutil de tu aroma
       ni la severo de tu ausencia.

Yo no sé
cómo suenan tus pasos
al llegar o al alejarte,
no sé cómo es tu sonrisa al verme
o tu tristeza al despedirte.

      Yo no sé
       cómo se siente lo tibio de tu piel
        o el frío de no despertar a tu lado,
       no sé cómo son tus caricias
       ni cómo son tus golpes certeros.

         Yo no sé,
          y tal vez no lo sepa nunca
          sólo me queda preguntar,
          ¿y tú qué sabes?

                                                                                                FABO
       

lunes, 3 de noviembre de 2014

Por un amor tan desolado...

Ella estaba sentada, con su rostro absorto en el infinito, la mirada perdida como si no hubiera nada frente a ella a pesar de encontrarse rodeada de un paisaje otoñal de fondo, donde el cerro asomaba su suave alfombra marrón, el cielo en su azul profundo y las nubes altas anunciando las noticias de tiempos fríos próximos. Al entrar ella giró levemente y lo observó de reojo, "Te esperaba", le dijo sin cambiar mucho de expresión. Se notaba inmersa en una profunda idea y por supuesto que no era su intensión distraerla de sus reflexiones; así que se acercó despacio hasta hallarse justo detrás de ella. Puso sus manos sobre sus hombros y la barbilla sobre su cabello castaño con aroma a flores. Ambos se quedaron viendo por la ventana aquel hermoso cuadro pintado por la mano de Dios. Poco a poco las tonalidades fueron cambiando; amarillos y rastros de naranja, después naranjas casi rojizos; un tenue rosa bajo un azul pálido y finalmente el azul profundo acompañado de una media luna que se desplantaba sobre la punta más alta del cerro; las estrellas hacían su aparición como pequeñas luciérnagas en un jardín de ensueño. Puso sus manos sobre las de él, estaban heladas y al percatarse de ello pensó en traerle una manta para cubrirla de esa promesa de un invierno frío; justo cuando se disponía a moverse le sujetó firmemente de las manos; "Anoche, amor mío, te he soñado como nunca antes, nos he visto caminar en el campo, por el puente de piedra que está junto al río, caminábamos como siempre lo hemos hecho, lado a lado; sin embargo, al asomarme al río sólo pude ver mi reflejo en las tranquilas aguas; al girarme ya no estabas más, sentí un nudo en el estómago y un flechazo helado en el corazón, corrí camino a casa y antes de llegar me encontraba una tumba, llena de flores blancas y una lápida que decía "Murió por un amor tan desolado" con tu sombrero sobre ella". Al terminar de decir esto pudo notar que su rostro pálido estaba lleno de lágrimas, "No debes de preocuparte por sueños sin sentido amor, recuerda que yo, como siempre lo he hecho, estaré a tu lado pase lo que pase", y diciendo esto la besó tiernamente mientras la acompañaba a la alcoba. A la mañana siguiente, pudo notar como su cuerpo, antes tibio, se encontraba completamente helado he inmóvil, el rojo de sus mejillas y sus labios se había ido con el viento de la noche así como su dulce aroma floral, tristemente se había consumido la vela que le daba brillo a su vida. Todo esto me lo ha contado anoche cuando se cumplían tres días de aquel triste suceso, la vida nos llama cuando no lo pedimos y la muerte nos lleva cuando menos lo esperamos; pero recordemos que la única razón válida para vivir o morir es el amor.

Todo lo anterior lo dijo el que hubiera sido su mejor amigo, su confidente y hermano; mientras colocaba el sombrero de su compañero de mil batallas sobre la tumba llena de flores blancas, en la cual se leía en letras cinceladas sobre la piedra fría "Murió por un amor tan desolado".    

                                                                                                                       FABO

Perecer...

La lluvia no humedece más mi rostro,
la luz no refleja ya mi sombra,
el aroma no emerge de las flores
ni el viento juega más con mi cabello.

     El sol no brinda su calor sereno,
     la luna brilla pálida, sin fulgor ni sentido,
     las estrellas brillan a lo lejos...  a lo lejos,
     el corazón no palpita más.

La mirada se pierde en el infinito,
mi cuerpo ya nos es cuerpo, ni nada,
sin embargo ahora soy parte de todo
y todo es parte de mi.

      No soy luz ni sombra,
      no soy viento ni sequía,
      pero en todo me encuentro,
      como el universo es uno.

 Ya no como ni bebo,
  no respiro, ni muero,
  ya todo ha pasado
  y sin embargo,
  esto no es un final.

                                                                                                              FABO