A veces me da por tomar mi guitarra,
quedando asido a su ceñida cintura
y conforme la rodeo con mis brazos,
pienso en ti.
Será que su melodía me recuerda
cuando tu sonrisa llena mis silencios
o tal vez sea que el sonido lo llena todo
y tu lo haces del mismo modo.
Comienzo con el primer acorde
y es como darte los buenos días,
sigue el segundo, el tercero....
y llegan los besos suaves a mis labios
cuando canto la primera estrofa.
Cierro los ojos,
para tocar cada pisada no necesito ver los trastes,
es como acariciar cada parte de tu cuerpo,
para eso llevo el mapa impreso
en lo más profundo de mis sueños.
Sigue el coro,
y yo lo grito,
esperando que llegue a tus oídos
ésta serenata a la distancia.
Es tarde ya
y yo canto una vez más
la misma melodía,
como sólo una vez más
quisiera decirte cuánto te quiero.
La angustia se apodera de mi,
cuando veo que todo está por terminar,
una vuelta más, Dios yo te pido,
un compás y nada más.
Ya mis manos se sienten cansadas
con las yemas de los dedos punzando,
y créeme que no culpo a las cuerdas
sino a las ganas de acariciarte.
De nuevo a dormir al estuche,
de nuevo a no dormir en la cama,
de nuevo a extrañarte como cada noche,
como cada noche
te extraña mi guitarra.
FABO