miércoles, 14 de octubre de 2015

Trastorno de despersonalización...

Yo me sentaba en la orilla de la cama, con el rostro entre mis manos, sintiendo como mis dedos se marcaban en mis mejillas y en la frente. Los ojos cerrados sólo percibían pequeños destellos de luz dentro de una obscuridad profunda, colores violetas y verdes, algunos dorados y blancos. Como si viajara por mi propio espacio viendo galaxias luminosas que no existen, así como yo no existo. La noche me rodeaba y el ruido silencioso de las calles me arrullaba, escuchaba a la lejanía los autos pasar, los pasos de las personas que caminaban por las calles solitarias, los insectos que de vez en vez hacían un pequeño ruido, tan simple que no sabía si lo escuchaba en verdad o sólo era mi mente la que los inventaba para mantenerme consciente. Podía sentir la brisa que cruzaba por mi habitación, como si de una sombra con vida se tratara, percibía claramente su murmullo sereno y frío detrás de mis oídos, hacía que se crispara mi piel, cada bello de mi brazo se levantaba al sentirla como si despertara de un pequeño sueño llamado por la voz de un frío que no hiela, pero si reanima. El aroma de la habitación medio vacía entraba por mi nariz, podía degustar cada parte de ella, las sábanas destendidas, la ropa en el suelo, el tazón de cereal aún con leche, los zapatos arrojados a cualquier parte, y un leve aroma a comida frita que entraba por la ventana; todo se conjugaba en un intento de la vida por mantenerme en ese lugar y en ese espacio. La memoria a veces me fallaba imaginando cosas que no me sucedían, pero recordándolas tan vívidas que me era imposible comprender que de verdad nunca ocurrieron; o por el contrario, existían fotos, vídeos, pruebas concretas de sucesos en mi vida, de los cuales no tenía la más mínima idea de que hayan sucedido, la gente me contaba las anécdotas y yo las escuchaba y escuchaba, y cada vez las hallaba como nuevas, ¿y quién dijo eso? preguntaba y todos respondían "TU" con cierta cara de burla e incredulidad. Me daba por escapar de esta realidad tan jodida de pagar impuestos, de ir al trabajo, de buscar una esposa, de tener una familia, de pagar la renta, de divorciarte, de que los hijos se vayan y todo termine donde empezó, en soledad. Me pregunto a veces cómo puede ser este el plan de Dios, si yo no encuentro ningún trazo por donde camino, ¿acaso es un plan confidencial, de esos "Top Secret" el cual todos conocen menos yo? A veces esa idea me ronda la mente y me causa terror, ser el que vive esta vida sin que sea realmente mía. Por eso escapo a los campos azules de cielos dorados, donde las libélulas gigantes me llevan a las montañas de lava helada. Donde las sonrisas son sonrisas sin la necesidad de un rostro. Ahí soy feliz, donde me duelen los pies de tanto correr y cuando me detengo descubro que ni siquiera tengo un cuerpo, donde un pensamiento persigue a otro y juegan a que se volvían realidad, me gustan esas ciudades donde los autos no se necesitan porque todos podemos volar. Será que sueño tanto que por eso me cuesta trabajo dormir por las noches. Sabe, estas ideas no las comparto, porque las personas no las comprenden, me miran raro y me pasan de lado, he decidido vivir ese mundo de color para mí, y usted puede decirme que soy un egoísta, y puede que tenga razón. Pero yo le estoy contando todo esto y usted me mira con el mismo rostro engreído de la sociedad que juzga en lugar de comprender o por lo menos de intentar hacerlo. Si usted me contara que soñó que montaba un águila, yo le preguntaría ¿Y qué se siente? Yo vine aquí porque me han dicho que usted es de los que tratan estas cuestiones dándoles un fin para que uno pueda ser normal, pero... y qué pasa si después de contarle todo esto me he arrepentido y ya no quiero ser normal, no me interesa serlo. La normalidad es el conformismo del abandono de los ideales, y usted es un experto en hacer que se abandonen ¿o me equivoco?, yo lo único que quiero es no sentirme sólo en un mundo tan maravilloso, tanto, que quisiera compartirlo, pero la gente no lo desea. Dígame usted, señor experto, ¿qué hago para mostrar esta vida tan increíble a una sociedad tan desolada?

El doctor, lo miró fijamente con el ceño fruncido en señal de meditación. Yo amigo mío le creo todo lo que ha dicho y como bien lo menciona soy parte de una sociedad funcional donde muchas veces lo soñadores como usted no son comprendidos, le prometo que a partir de hoy todo comenzará a funcionar mejor.

Mi rostro sonrió, pero no por el gusto de escuchar sus palabras sino por la ironía de lo que dijo, pues contrastaba con los trazos de la pluma fría y nostálgica a tinta negra sobre el papel blanco carente de consciencia... TRASTORNO DE DESPERSONALIZACIÓN.

...

Gracias doctor, de hecho, comienzo a sentirme mejor.

                                                                                                                 FABO 

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