Mátame a besos,
a caricias
y a sonrisas.
Mátame a suspiros de noches heladas
o a miradas de sol errante,
que muero contento
dándote lo último que tengo,
hasta mi aliento.
Mátame a recuerdos,
de esos que rompen almas
y esperanzas,
quítame la vida que me diste
y déjame ser polvo de nuevo.
Mátame a lágrimas de lejanía,
a canciones de melancolía,
a gritos ahogados en la garganta,
a latidos resonantes con un eco mudo de dolor.
Mátame suave, sin ruido,
que no lo note hasta estar en el cielo de tenerte,
o en el infierno de tu ausencia.
Mátame de prisa
y que el golpe mortal caiga como relámpago
que azote mi ser,
que sea intempestivo y repentino,
como tu llegada,
como tu partida.
Mátame por piedad,
que la inquisición me condene
por el pecado mortal de quererte.
Mátame,
pero al final
y cuando todo acabe,
recuerda poner en tu altar
mi retrato cada noviembre.
FABO
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