Sus labios enfundados en un traje escarlata se acercaban inquisidoramente hacía mi mejilla, la opresión en mi pecho me dificultaba respirar, en cambio sentía su agitada respiración que producía un tenue silbido al salir por su afilada nariz, llenar cada espacio de mi cuello el cual se derretía como el metal más resistente ante la llama de aquel acto. Su mano fija sobre mis ojos, anclada, como si una placa de acero estuviera soldada a ellos dejándome en la más profunda ceguera, inmerso en la obscuridad absoluta, donde irónicamente aún podía observarla claramente, era como si pudiera presentir su siguiente movimiento, cada sonido me decía algo, cada aroma, ese rose impreciso y descuidado de su piel; ella me daba todas las pistas para proyectar nítidamente esa imagen de ensueño. Escuche claramente como su vestido se deslizaba sobra su piel, pude sentir el aroma de su perfume de jazmín liberarse como la esencia de la flor al abrir en primavera, rodeada del calor nocturno, flamante y orgullosa; como ella... escuche el tenue sonido de la tela al tocar el suelo y sentí el calor que irradió su piel canela penetrando hasta la médula de mis huesos, aún no se si era grato o no, pero recuerdo que fue impactante; era estar ante la presencia de un sol que no derrite la nieve por más que su calor libere toda su energía; y aun así puede evaporarme desde lo más profundo de mi ser en un segundo. La rigidez de mi cuerpo sólo podía atribuirlo al veneno hipnótico del susurro de su voz, con sus palabras ligeras y escurridizas, como una serpiente que se desliza entre la hojas marcando un sendero que promete un final cruel y despiadado, pero con la clemencia de ser sublíme, la presa apenas sentiría la punzada en su cuerpo, y luego la inmovilidad, el encarcelamiento en su propio cuerpo sin que sus sentidos se nublen, asimilando cada aspecto de su propia muerte y teniendo la claridad para pensar, para sentir, para notar como su vida se escapa lentamente... lentamente. Sentí como sus pies ligeros avanzaban dos pasos cortos y se colocaba de puntillas para alcanzar mi rostro; su pecho firme amenazante contra mi pecho, como dos armas cargadas apuntando sin vacilar, con mano de asesino experto al cual no le tiembla el pulso para jalar el gatillo y arrancar aquello que fuiste o no fuiste, pero ciertamente no volverás a tener la oportunidad de ser. Es el momento en el que sólo soy un espectador de mi vida viéndola pasar a mi lado y sobre mí; y yo permanezco inmóvil aún, sin embargo no sé si es que sigo bajo los influjos de su veneno o acaso seré yo el que consume un placebo mental para no moverme más. Entonces de imprevisto y sin un sólo sonido, su boca me ataca con la velocidad de un aguijón; puedo sentir su paso arrasante que convierte en jirones mi piel; noto el desgarre con cada beso, con cada mordida; con cada paso que deja el camino escarlata; la piel quema y hiela al unísono, por un momento no sé si sufro en un infierno creado por un verdugo en forma de mujer, o si estoy en un espacio alterno, paralelo, donde he dejado de ser yo para convertirme en "eso" que ella moldea con sus labios, y soy sólo una creación suya bajo el influjo de la materia prima que alguna vez me formó. Por fin llega la calma y siento como se aleja de la misma manera en que llegó, mis parpados se abren lentamente y me cuesta un poco acostumbrarme a la luz, aunque tenue, que trata de iluminar la habitación; las cortinas sólo se mueven un poco por el paso de una brisa que se cuela entre las ventanas mal cerradas y a lo lejos escucho la puerta cerrarse lentamente y con sigilo, como si fuera parte de un sueño del que no me he despertado por completo. Camino despacio hacia el baño y en cada paso mi cuerpo regresa a un estado normal, o será que mi espíritu ha dejado de estar en ese ambiente sublime donde ella me puso para caer en una bajada vertiginosa hacia un cuerpo terrenal y mundano... prendo la luz, y el cuarto con paredes blancas se llena de un ámbar solemne y por un momento me siento en un consultorio esperando el parte médico. Me miró en el espejo y en cada parte mi cuerpo puedo notar el análisis clínico que dicta: "El paciente muestra los pómulos lacerados con rastros rojos, causados por arma punzo cortante (posiblemente labios escarlata), a su vez presenta pequeñas contusiones y hematomas causados por caricias estratégicamente repartidas. En el análisis químico se presenta una toxina paralizante de gran potencia, presente en la esencia de la piel canela. El paciente presenta desorientación y alucinaciones, pues habla de "ella" y nada más, como enfermedad y cura; como castigo y redención; como su todo en la nada del tiempo. Tratamiento: dosis diarias de amor nocturno." Yo quisiera pedir una segunda opinión, pero el cansancio me obliga a recluirme bajo las sábanas que aún me dan recuerdos de su presencia. La mañana comienza a despuntar, es entonces que noto que las horas se han esfumado junto con ella. No puedo pensar más, no quiero pensar más. Pero es inevitable no pensar en ella; espero que llegue mañana con su boca escarlata y que esta vez, me mate por completo.
FABO