Ayer el camino de piedra
relucía con las gotas de lluvia
que al chocar parecían estrellas
en un firmamento invertido.
El río reflejaba las nubes
y las nubes bailaban en el río
con la suavidad de sentirse de algodón
a punto de ser cosechado.
Mis pasos sonaban, "clac""clac"
como si mis zapatos fueran riendo por el camino
mientras mis manos entumidas
buscaban su refugio en mis bolsillos.
Poco a poco la lluvia pasó
sin embargo dejó su recuerdo sobre mi,
mi cabello mojado, la nariz fría,
la sonrisa puesta.
Las luces de la calle no calientan,
el abrigo pesa más,
y yo por dentro
me siento vivo.
Llego por fin a la casa azul,
paso una mano por mi rostro mojado
y toco el timbre,
se abre la puerta y con la luz de fondo
pareces un ángel dispuesto a perdonar mis pecados.
Te quedas parada incrédula,
me quedo estático incrédulo,
y sin más que hacer
te digo "te quiero".
FABO