Cuánto tarda en llegar la calma
cuando la tempestad se acerca
imparable y se detiene justo
frente a mi ventana.
La tormenta amenaza con nubes negras
y el corazón late en el mismo tono,
los ánimos no merman
pero la noción de incertidumbre
pega, y más por las noches.
La neblina avanza
y la luz no pasa,
pareciese que el mundo se queda estático
y que la vida pide un momento de respiro.
Pero todo cambia en un instante,
las flores se marchitan
y el campo reverdece,
los árboles bailan con el viento
y tu apareces en tu abrigo negro.
La tempestad se aleja tras tu partida
y la tormenta mengua con tu ausencia,
la neblina se desvanece a cada paso que te sigue,
y yo permanezco inmóvil
sin esperar nada más.
FABO