jueves, 3 de mayo de 2018

Una persona...

Uno va caminando por la vida topándose con mil personas, con gente de todo tipo, de todo color, de toda forma, de toda lengua. 

Pero existe un momento, sólo uno, en el que ves a esa persona que te hace olvidar a las demás, esa persona que no sonríe, ni tiene mirada profunda o un aroma a jazmines; una persona que no tiene linda voz ni un cabello de revista; una persona que no tiene un cuerpo de pasarela o un andar de líder nato, una persona que no conoce la literatura universal o la música avant garde, que no sabe nada sobre el arte postmodernista, o que te hable de política y sociedad, una persona que le es totalmente indiferente la teología y filosofía, una persona que le da igual la raza del perro o lo que comerá más tarde, una persona que no se preocupa de tu aspecto ni de tus miedos, una persona que no está hecha para ti ni para nadie...

Pero tú.... tú.... la amas tanto... que nada tendría sentido si no estuviera a tu lado.

                                                                                                           FABO 

jueves, 8 de febrero de 2018

Charlando...

Cuando la conocí, conocí primero su bondad, su furia y su alma. No lo digo de broma, créame usted que le hablo con sinceridad de corazón. 

Por la mañana caminaba cerca del parque, el que está cerca del centro comercial, sabe... el de los árboles altos con los columpios al centro y la iglesia blanca cerca de la esquina... en fin... iba caminando con algo de premura, pues se me hacía tarde para una cita, sabe... de esas de trabajo que son infames porque uno tiene que plantarse frente a un tipo que no tiene la menor idea de que existe algo más que los reportes de ventas, las bitácoras de obra o las hojas de cálculo, de esos que de poesía sólo saben que es aburrida, en fin... como le decía caminaba por el parque y el llanto de una pequeña niña me hizo girar el rostro y al verla noté que había tirado su helado por jugar con una ardilla, seguí mi camino pero sentí esa punzada de responsabilidad moral que nos da en la nuca cuando vemos a un niño llorar, tome unos segundos, miré el reloj y decidí dar media vuelta y regresar. Al llegar con la niña la vi sonriente y feliz con un helado del doble de tamaño, me acerqué con ella y le pregunte "¿Todo está bien pequeña?", ella me miró con sus grandes ojos de avellana y la boca llena de chocolate, y sólo asintió, en ese momento llegó su madre y la reprendió por hablar con desconocidos y a mí me tiro una mirada como si fuera el peor ex convicto queriendo robarme a su hija... eso se saca uno por querer hacer favores a chiquillas lloronas.

Seguí mi camino y por aquel pequeño contratiempo llegue tarde a la cita, tampoco tanto, a lo mucho cinco minutos, pero tarde es tarde... sabe... porque yo no acostumbro la impuntualidad, quién es uno para disponer del tiempo de los demás, no es justo decir que uno llega a una hora y termina llegando a otra, por eso el mundo está como está, porque si uno no puede cumplir con algo que uno mismo dice, qué nos queda de lo que no decimos... en fin... aquél poeta de los número se hallaba detrás de su escritorio lleno de papeles, otro que me tiró una mirada de aquellas, "Gracias por dignarse a llegar" me dijo mirando de reojo su reloj... ya ya... lo he entendido, me sentí como estudiante regañado en la oficina del director. Justo cuando comenzábamos a dialogar se escucharon unos gritos provenientes de la oficina contigua a la nuestra, "Es usted un imbécil, y espero que su madre sepa cómo son sus entrevistas de trabajo, porque créame que sus jefes y cuanta persona me cruce en el camino lo sabrá" terminada la sentencia se escuchó un fortísimo portazo que no dejó lugar a dudas que la entrevista había terminado. El poeta de los números y yo nos miramos fijamente y antes que me permitiera decir cualquier chascarrillo, bajó la mirada y continuó con su rosario de números y datos... sabe... esas personas que no disfrutan ni de un momento de gracia por algo que siempre causa curiosidad no merecen llamarse personas, no es que uno ande en el chisme para entretenerse pero a veces Dios en su infinita misericordia, nos da uno o dos instantes para reír, y el que no los aprovecha es en verdad un pecador... pero en fin... poco más de media hora me tomó salir de esa cita tan agradable y me dirigí a comer algo.

Llegué a una pequeña fonda, una muy sencilla, no vaya usted a creer que era de esas elegantes, no qué va... una de esas pequeñas que anuncian la comida corrida por no más de cincuenta pesos, setenta si quiere una milanesa o carne asada en lugar de albóndigas... sabe... esos lugares son los verdaderos paraísos, esos que huelen un poco a aceite quemado, que las mesas bailan y los manteles son de plástico, esos en los que llegan todos de las oficinas y la cocinera los saluda como hijos que llegan del colegio, esos en los que la comida sabe un poquito a casa y esa casa se vuelve mucho para uno en días de lluvia, o en días como estos... en fin... me senté en una mesita y pedí la especialidad de la casa, es decir, una comida corrida, con agua de jamaica, porque esa sí refresca. Cuando la mesera, o mejor dicho la hija de la cocinera, tomó mi orden y se fue giré el rostro y pude ver una mujer sentada justo frente a mí, linda ella, no tan guapa, no tan fea... linda... sabe... esas mujeres que se ven cansadas por la vida que no sabe tratarlas, pero que su mirada habla de fuerza y un poco de desesperanza o tal vez al revés, no sabría decirle a ciencia cierta, pero era linda, de esas mujeres que vale la pena conocer... en fin... le sonreí a mi parecer de forma amable, y ella con toda su lindura me aventó la tercera mirada de sepulturero que tuve ese día, y se giró a otra parte, justo en ese momento llegó mi vaso con agua y sólo pude pensar que la mesera era mi propio emisario de la corte celestial; un pequeño sorbo y pude notar que aquella señorita me miró de reojo... no se ría, es verdad... lo noté y mire que soy despistado, pero para esos detalles, uno se vuelve antena parabólica, tanto que a veces ni existen, pero uno los nota. Me armé de valor y me levanté, "Señorita no es mi intención molestarla ni mucho menos, pero noto que usted comerá sola y yo también y no recuerdo bien en que libro de alta ciencia leí que eso hace daño a la digestión, qué le parecería a usted que, en bien de nuestra salud por supuesto, nos hiciéramos compañía por el tiempo que duren nuestros alimentos", me miró fijamente, uno, dos, tres segundo y me hizo un ademán para que tomara asiento, la mesera a lo lejos no perdía detalle... Nos presentamos como los cánones mandan y le pregunté sobre su día. Ella me dijo "Todo pintaba para ser un buen día, estoy en busca de trabajo y vi uno anunciado que se ajustaba perfectamente a lo que requiero, no vivo muy lejos de aquí  y la entrevista era a unas cuadras más adelante, por el parque...sabe... el de los árboles altos con los columpios al centro y la iglesia blanca cerca de la esquina... en fin... voy caminando campante cuando de repente soy testigo de una de las mayores desgracias de la humanidad, una pequeña niña tiró su helado por mirar a una ardilla, por una ardilla puede creerlo... así cuando vi dicha desgracia no pude más que comprarle un helado doble de chocolate para hacer justicia divina... en fin... continué mi camino, llegue a la entrevista en unas oficinas pequeñas y al entrar el pelmazo que me entrevista comienza a explicarme la situación del trabajo pero me miraba continuamente las piernas, hasta que le dije "¿le hace falta algo?" y el muy idiota me dice... "pues es lo que estoy consiguiendo" yo me quedé petrificada y no tuve más opción que gritarle todas sus verdades, salí fúrica no le miento, así que decidí venir a este restaurante cinco estrellas para comer algo y esperar a que pasara mi enojo" Yo la miraba estupefacto, ella había resumido mi mañana sin siquiera notarlo, le conté que yo había visto a la niña y escuchado su gran retórica en la oficina, con lo cual se sonrojó un poco y le dije... "Es grato conocer a gente como usted... sabe... refresca como el agua de jamaica" me miro por un momento y soltó una carcajada, un risa sonora... sabe... de esas risas que liberan el cuerpo de estrés y al alma de congojo, de esas contagiosas que se dan sin pena por quién lo estará escuchando a uno... en fin... al terminar de reír volvió a mirarme, uno, dos, tres segundos... llegó la comida... cuatro, cinco, seis segundos... "sabe... creo que usted y yo podemos seguir el cuidado de nuestra salud con un gran helado de chocolate"... "Justo estaba por proponerle lo mismo."  

Bueno, así fue como la conocí, de eso hace ya unos ocho años... mire ya llega con la niña... sabe... cuando las veo caminar de la mano y me doy cuenta que vienen hacia mí, eso es lo que yo llamo vida... en fin... 

Cuídese mucho, fue un gusto charlar con usted.

                                                                                     FABO

viernes, 12 de enero de 2018

La invariable soledad de tus caricias...

La invariable soledad de tus caricias,
me tiene atado con un nudo de desdén y de amargura,
con el corazón lleno de nostalgia
y el espíritu atestado de premura.

   La invariable soledad de tus caricias,
   llena mis pasos de locura
   por el hecho de saberte a la distancia
   con rastros de una onírica fortuna.

La invariable soledad de tus caricias,
se aprovecha de toda mi ternura
rompiendo las cadenas de añoranza
con el vino de su boca de locura.

 La invariable soledad de tus caricias,
 me sabe a fruto de bonanza
 de campos verdes de ventura
 y manos vacías de venganza.

     La invariable soledad de tus caricias,
     me lleva a dormir por las mañanas
     taciturno de recuerdos y solturas
     con lazos que enredan mis andanzas.

 La invariable soledad de tus caricias,
 me toma de sorpresa con soltura,
 la sorprendo jurando que me ama
 y descubro que fue falacia toda suya.

La invariable soledad de tus caricias,
se despide a lo lejos en su balsa
y yo qué te sentía toda mía
y tú que no me diste ni esperanza.

                                                                                                                      FABO

martes, 19 de diciembre de 2017

Hipócrita...

Mi memoria se desprende de tu nombre
sin embargo,
mis labios no dejan de pronunciarlo
como si tuvieran vida propia.

    Mis manos sienten tu cintura
    y acarician el aire
    describiendo la curva exacta
    de una cadera inexistente.

Mi nariz percibe tu aroma
en las flores,
en la tierra,
en la lluvia.

     Mi piel siente tu calor
     en lo más helado de un invierno,
     la suavidad de tu rostro
     está impregnada
     en la punta de mis yemas.

Mi cuerpo no acepta tu partida
y se aferra a ti más que a mí,
mi mente lucha día a día
en una batalla perdida ante los sentidos,
esos que son fácil de engañar.

     Pero en las noches,
     mi mente rendida
     cae a los pies del sueño de tenerte,
     hipócrita, y ella que tanto me dice
    que ya no debo de extrañarte.


                                                                                                       FABO


domingo, 10 de diciembre de 2017

Tú que das vida...

Tú que das vida
y los ríos nacen de tus venas
y los mares de tu mirar profundo,
la niebla sale del vapor de tu piel
y la lluvia de tus recuerdos futuros.

    Que las mañanas nacen
     al abrir tus ojos,
     que las aves emprenden el vuelo
     con el vuelo de tu vestido,
     que los árboles se mecen
     con la brisa de tu andar.

Las tardes se asoman
bajo tus párpados cansados
y las calles se quedan vacías
cuando tus pasos no resuenan
con el eco de divina creadora.

  Tú que llevas el sol en tu vientre
   y das a luz al mundo,
   que llevas la esperanza de todo
   y todo espera por ti.

Tu que das vida,
gracias por darme la mía
por ser ese ser
que lo es todo.

                                                                                                       FABO

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Andamos....

Andamos por andar
y nuestros pasos necios
nos llevan al mismo lugar
de donde hemos salido.

   Andamos porque podemos
   y porque queremos
   andamos porque necesitamos andar,
   andamos porque nuestro destino nos alcanza.

Andamos porque nos ronda la noche
y el frío hiere hasta el alma,
andamos porque el alma quiere
y su fuego no se apaga.

  Andamos a ningún lado
  pero andamos, que es lo importante,
  andamos a cualquier lado
  y los caminos se bifurcan.

      Andamos, solos o acompañados,
      pero al final del camino
      en ese último paso
      el andar no terminará.

Andamos, siempre andamos,
rondando el mar y la montaña,
sin detener nuestro paso,
andamos,
aunque nuestro cuerpo no nos siga.

                                                                                                            FABO

martes, 14 de noviembre de 2017

A la sombra del árbol....

El día era normal y relajado, un típico día de noviembre que comienza a anunciar que el frío llegará pronto y aun así nos regalaba sus últimas trazas de un cálido sol. Por el camino los pequeños bambúes se mecían con la mano suave del aire y sus hojas silbaban con un tono bajo y esperanzador, su baile era casi hipnotizarte.

Mientras tanto en mi auto la temperatura subía, el sol me abrazaba por completo y las gafas obscuras parecían solo un tenue paño ante tal brillo... una gota de sudor recorría mi frente lentamente, como si reconociera cada surco, cada arruga, cada ínfimo detalle de mi gran imperfección y la conquistara para sí misma, al llegar a mi ceja se despidió con un cosquilleo y murió a causa del dorso de mi mano derecha. La boca un poco reseca y el agua un poco tibia. Exhalé un leve suspiro y giré la cabeza tomando mi cuello para liberar el estrés, el reloj marcaba las 4:17 pm con su pequeño tic tac, como si un insecto minúsculo fuera el que marcaba mi tiempo. La pulsera roja y la de piel con un pequeño cráneo de metal se enredaban al cambiar la velocidad, el motor parecía aletargado, como si el calor lo hubiera sumido en un sopor mundano. Miré a ambos lados del camino casi desértico, ningún auto asomaba ni por ventura, aun así, me tomé el tiempo de girar con suavidad sintiendo la piel candente del volante quemar un poco mis manos, parecía que aún podía sentir algo. Seguí recto por unos metros más y llegué a la dirección. Un lugar solitario, con el sol en pleno y una pequeña banca resguardada en su propio bunker de sombra amablemente proporcionada por un gran árbol frondoso, el cual pareciera ser lo único vivo por ahí. Estacioné el auto a un costado y abrí la puerta, la cual hizo un extraño sonido en sus bisagras como si se hubiera molestado por haberla despertado, descendí y mis pasos se escuchaban arenosos y algo arrastrados. La verdad es que no quería estar ahí pero el destino es inevitable y pensé "qué más da". Me senté en la banca y la sombra me refrescó como si me hubiera transportado en un instante a una selva húmeda, esa sombra era perfecta, me parece recordar que esbocé una sonrisa, pero no estoy muy seguro. Cerré los ojos y disfruté de mi pequeño espacio en el mundo, un pequeño espacio sólo para mí. El ruido de un motor me hizo regresar a ese panorama semidesértico, giré la mirada y pude notar su auto a la distancia, el sol reflejaba el color plata como si una pequeña bala de cañón viniera directa a impactarme... y así era.... de nuevo el reloj 4:32 pm. Su auto se detuvo al otro extremo del mío, que mensaje más claro que el que ni siquiera podamos estacionarnos juntos. "Hola" exclamo con una voz apagada y con calma "Pensé que no vendrías"... Hacía días que no sabía de ella... "yo pensé que no vendría... y henos aquí, sólo he venido para saber qué tienes que decirme" aunque por dentro pensé que en verdad había venido por la sombra de ese árbol... "Pues bien dime, te escucho" lo dije con la voz más satírica que tenía y es que todo el mundo sabe que nada bueno puede salir de una plática que se pacta con un sinuoso y misterioso "Tenemos que hablar". Se sentó a mi lado, pero jamás me observó, sus manos temblaban un poco y sus ojos parecían quebrarse en cualquier instante "Te quiero, lo sabes..." .... "No, no lo sé, ¿me quieres?".... de nuevo pareció que le daba una punzada en la espalda... "Quisiera que la vida fuera diferente, que el universo nos perteneciera y que no tuviera nada más que hacer que quererte, sin embargo, mi vida es todo menos sencilla, es por lo que no puedo darte más de aquello que quisiera, no es falta de cariño de verdad, solo es un poco de ego porque me necesito a mí misma por el momento, por ello no puedo darme a nadie más, lo siento, pero lo mejor será despedirnos"... De ser honesto me sorprendió su sinceridad a quemarropa, esperaba un preámbulo de charla sin sentido, me gustó verla valiente por una vez. Guardé silencio por unos momentos, giré mi cabeza hacia el cielo, el árbol seguía tan fresco... "De acuerdo" dije por lo bajo... "¿No tienes más que decir?"... espetó con algo de inconformidad... "Es claro que tu decisión está tomada, y solo has venido a decirla, si no, tu comentario de apertura hubiera sido eso, apertura, y no conclusión, cuando uno busca un dialogo suelta una hipótesis para ser desarrollada, tú querida mía, has llegado directamente a la conclusión, entonces esto no es un diálogo, es una imposición, y de ser sincero estoy cansado de ello. Te quiero, vaya que lo hago y por ello lo menos que puedo hacer es darte tu libertad a pesar de todo, porque querer de verdad significa dar todo para alguien, hasta darle el sello de salida en su pasaporte de amores olvidados" mis palabras parecieron caerle de sorpresa, no hubo discusión ni malos tratos... "De acuerdo, siendo así, gracias por venir... y por entenderme"... se levantó y caminó... En mi mente sólo pude pensar "Espero que con él sí seas feliz" y al hacerlo pareciese que me habría escuchado pues giró su rostro y por un instante me observó fijamente con sus intensos ojos verdes, aún hoy no sé bien a bien qué tipo de mirada fue la que me lanzó, si de nostalgia, enojo, locura, empatía, remordimiento, culpa...

Tres días antes de que ella me pidiera hablar, por azares del destino me enteré de su nueva situación sentimental, que obviamente era con alguien más... al saberlo el alma me abandonó por un momento, un buen trago del santo tequila calmó todos los demonios que de mí emergían... eso explicaba tantas cosas, así que callé y decidí esperar a escuchar sus motivos... nunca dijo nada sobre el tema... y yo que por un instante la vi tan valiente.

Una última mirada antes de subir a su carro y se esfumó detrás de una nube de fino polvo...

Por mi parte me quedé disfrutando de las nubes que recorrían el cielo sin preocuparse de cosas mundanas como el desamor humano... la sombra era aún fresca, la escena era tan sublime que cerré los ojos esperando que de un tajo la muerte me llevara... no fue así... me levanté y coloqué mis gafas de sol, 5:26 pm en el reloj, de nuevo los pasos arenosos pero esta vez menos arrastrados, es raro, sentía el cuerpo más ligero. Encendí el motor el cual rugió como si me estuviera esperando "al punto", aceleré y sentí el viento jugar con mi cabello, pareciese que el calor me había dado una pequeña tregua... "Tal vez mañana venga un rato a la sombra del árbol" pensé, mientras el camino devoraba con una sonrisa irónica mi ingrato destino...


                                                                                                              FABO