martes, 14 de noviembre de 2017

A la sombra del árbol....

El día era normal y relajado, un típico día de noviembre que comienza a anunciar que el frío llegará pronto y aun así nos regalaba sus últimas trazas de un cálido sol. Por el camino los pequeños bambúes se mecían con la mano suave del aire y sus hojas silbaban con un tono bajo y esperanzador, su baile era casi hipnotizarte.

Mientras tanto en mi auto la temperatura subía, el sol me abrazaba por completo y las gafas obscuras parecían solo un tenue paño ante tal brillo... una gota de sudor recorría mi frente lentamente, como si reconociera cada surco, cada arruga, cada ínfimo detalle de mi gran imperfección y la conquistara para sí misma, al llegar a mi ceja se despidió con un cosquilleo y murió a causa del dorso de mi mano derecha. La boca un poco reseca y el agua un poco tibia. Exhalé un leve suspiro y giré la cabeza tomando mi cuello para liberar el estrés, el reloj marcaba las 4:17 pm con su pequeño tic tac, como si un insecto minúsculo fuera el que marcaba mi tiempo. La pulsera roja y la de piel con un pequeño cráneo de metal se enredaban al cambiar la velocidad, el motor parecía aletargado, como si el calor lo hubiera sumido en un sopor mundano. Miré a ambos lados del camino casi desértico, ningún auto asomaba ni por ventura, aun así, me tomé el tiempo de girar con suavidad sintiendo la piel candente del volante quemar un poco mis manos, parecía que aún podía sentir algo. Seguí recto por unos metros más y llegué a la dirección. Un lugar solitario, con el sol en pleno y una pequeña banca resguardada en su propio bunker de sombra amablemente proporcionada por un gran árbol frondoso, el cual pareciera ser lo único vivo por ahí. Estacioné el auto a un costado y abrí la puerta, la cual hizo un extraño sonido en sus bisagras como si se hubiera molestado por haberla despertado, descendí y mis pasos se escuchaban arenosos y algo arrastrados. La verdad es que no quería estar ahí pero el destino es inevitable y pensé "qué más da". Me senté en la banca y la sombra me refrescó como si me hubiera transportado en un instante a una selva húmeda, esa sombra era perfecta, me parece recordar que esbocé una sonrisa, pero no estoy muy seguro. Cerré los ojos y disfruté de mi pequeño espacio en el mundo, un pequeño espacio sólo para mí. El ruido de un motor me hizo regresar a ese panorama semidesértico, giré la mirada y pude notar su auto a la distancia, el sol reflejaba el color plata como si una pequeña bala de cañón viniera directa a impactarme... y así era.... de nuevo el reloj 4:32 pm. Su auto se detuvo al otro extremo del mío, que mensaje más claro que el que ni siquiera podamos estacionarnos juntos. "Hola" exclamo con una voz apagada y con calma "Pensé que no vendrías"... Hacía días que no sabía de ella... "yo pensé que no vendría... y henos aquí, sólo he venido para saber qué tienes que decirme" aunque por dentro pensé que en verdad había venido por la sombra de ese árbol... "Pues bien dime, te escucho" lo dije con la voz más satírica que tenía y es que todo el mundo sabe que nada bueno puede salir de una plática que se pacta con un sinuoso y misterioso "Tenemos que hablar". Se sentó a mi lado, pero jamás me observó, sus manos temblaban un poco y sus ojos parecían quebrarse en cualquier instante "Te quiero, lo sabes..." .... "No, no lo sé, ¿me quieres?".... de nuevo pareció que le daba una punzada en la espalda... "Quisiera que la vida fuera diferente, que el universo nos perteneciera y que no tuviera nada más que hacer que quererte, sin embargo, mi vida es todo menos sencilla, es por lo que no puedo darte más de aquello que quisiera, no es falta de cariño de verdad, solo es un poco de ego porque me necesito a mí misma por el momento, por ello no puedo darme a nadie más, lo siento, pero lo mejor será despedirnos"... De ser honesto me sorprendió su sinceridad a quemarropa, esperaba un preámbulo de charla sin sentido, me gustó verla valiente por una vez. Guardé silencio por unos momentos, giré mi cabeza hacia el cielo, el árbol seguía tan fresco... "De acuerdo" dije por lo bajo... "¿No tienes más que decir?"... espetó con algo de inconformidad... "Es claro que tu decisión está tomada, y solo has venido a decirla, si no, tu comentario de apertura hubiera sido eso, apertura, y no conclusión, cuando uno busca un dialogo suelta una hipótesis para ser desarrollada, tú querida mía, has llegado directamente a la conclusión, entonces esto no es un diálogo, es una imposición, y de ser sincero estoy cansado de ello. Te quiero, vaya que lo hago y por ello lo menos que puedo hacer es darte tu libertad a pesar de todo, porque querer de verdad significa dar todo para alguien, hasta darle el sello de salida en su pasaporte de amores olvidados" mis palabras parecieron caerle de sorpresa, no hubo discusión ni malos tratos... "De acuerdo, siendo así, gracias por venir... y por entenderme"... se levantó y caminó... En mi mente sólo pude pensar "Espero que con él sí seas feliz" y al hacerlo pareciese que me habría escuchado pues giró su rostro y por un instante me observó fijamente con sus intensos ojos verdes, aún hoy no sé bien a bien qué tipo de mirada fue la que me lanzó, si de nostalgia, enojo, locura, empatía, remordimiento, culpa...

Tres días antes de que ella me pidiera hablar, por azares del destino me enteré de su nueva situación sentimental, que obviamente era con alguien más... al saberlo el alma me abandonó por un momento, un buen trago del santo tequila calmó todos los demonios que de mí emergían... eso explicaba tantas cosas, así que callé y decidí esperar a escuchar sus motivos... nunca dijo nada sobre el tema... y yo que por un instante la vi tan valiente.

Una última mirada antes de subir a su carro y se esfumó detrás de una nube de fino polvo...

Por mi parte me quedé disfrutando de las nubes que recorrían el cielo sin preocuparse de cosas mundanas como el desamor humano... la sombra era aún fresca, la escena era tan sublime que cerré los ojos esperando que de un tajo la muerte me llevara... no fue así... me levanté y coloqué mis gafas de sol, 5:26 pm en el reloj, de nuevo los pasos arenosos pero esta vez menos arrastrados, es raro, sentía el cuerpo más ligero. Encendí el motor el cual rugió como si me estuviera esperando "al punto", aceleré y sentí el viento jugar con mi cabello, pareciese que el calor me había dado una pequeña tregua... "Tal vez mañana venga un rato a la sombra del árbol" pensé, mientras el camino devoraba con una sonrisa irónica mi ingrato destino...


                                                                                                              FABO    

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