Muéleme a besos
tú ingrata desertora,
de sueños fallidos
de penas y glorias.
Rómpeme a caricias
tan duras como tu corazón
revienta mi alma
con tus besos destructores.
Explótame como siempre
con tus suaves palabras,
con esas esencias de un futuro
que tuvo aroma a destino,
pero no más... no más.
Que lo dulce de una promesa
se vuelva espina de rosa,
que lastime y sangre mis dedos
mi alma y mi ser.
Que a pesar de todo
lo que me acompaña
no sólo es un dolor profundo
sino una clara renovación
Que las noches ardan
y los días se apaguen
que nos llegue la hora
y todo encuentre su fin.
Pero mañana,
te juro,
llegará mi revancha
y la vida renacerá
donde hoy sus cenizas yacen.
FABO
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