Las hojas caen lentamente
y se mecen con la mano suave del viento
que las lleva a su destino
como si de reliquias santas se trataran.
Los árboles cambian
y su belleza se transforma
dejando ver su interior
esculpido por los años.
Las flores se ocultan
y los suspiros suenan más fuerte,
la melancolía invade el atardecer
con un sol que crece en el horizonte.
Los tonos naranjas y ocres
se adueñan de los demás matices
siendo amos y señores
de un mundo de dos colores
que encierra algunos deslices.
Las guitarras tocan baladas,
las voces cantan una trova
y los recuerdos se vuelven vivos
haciéndose presentes al atardecer.
La vida se vuelve adormilada
como si la siesta del mundo comenzara,
sus parpados caen lentamente... lentamente
hasta exhalar un suspiro tenue y vibrante.
Anochece ya,
y mi rumbo es incierto,
el viento sopla
y de nuevo, tu aroma me alcanza.
Bendito otoño
que huele a ti....
FABO
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