La noche me acaricia
con su velo de seda negra
y se desliza lentamente
entre los ásperos sueños
de un ayer por ser vivido.
Suenan los ecos de las palabras
escondidas entre las montañas,
suenan en lenguas muertas
como muertas están las personas
que alguna vez las pronunciaron.
El río sigue su curso,
nada lo detiene,
ni las rocas ni los abismos,
ni tu ausencia
ni la mía.
No me importa
perderme en el temporal,
qué más da que la lluvia arrecie
o que merme el cálido verano,
no pasa nada que no tenga que pasar.
El huracán se lleva todo
dejando un falso vacío
porque de todo,
la soledad sobrevive
y camina por su propio sendero,
ese que no me lleva a ti.
Sale el sol,
se asoma tímido tras el horizonte,
a veces él mismo
olvida su fuerza y candor,
su importancia para la vida,
la necesidad de verlo a diario.
A veces te pasa lo mismo,
y me dejas inmerso en una noche eterna,
no he de mentirte, la costumbre de tu ausencia
me ha vuelto un ser nocturno,
la luna me lleva a tu mirada
y su reflejo al continuo recuerdo de tu ausencia.
Me quedaré sentado
junto a la costa,
admirando el vaivén caprichoso de las olas,
que me besan con sus tibias aguas cuando llegan,
que me extrañan cuando no tocan mi piel.
Buenos días en tu vida linda,
buenas noches en la mía,
que aunque no es tan linda como tú
sigue teniendo motivos
para ser vivida.
FABO
No hay comentarios.:
Publicar un comentario