Mientras caminaba por la ciudad, noté como la aún tierna noche asomaba esos brillos dorados y rojizos que lleva consigo el caer del sol. Admiraba cómo los edificios cambiaban su forma, su esencia. Algunos parecían estar a punto de dormir, mientras otros despertaban alzándose con sus luces sobre las sombras que amenazaban con contenerlos. El viento suave se sentía en el rostro, refrescando un poco las sobras de un calor templado que la tarde había dejado. Las personas pasaban sonrientes, parecía una buena noche, simple y con un rumor bajo, como si nadie quisiera romper ese momento de tranquilidad impuesto por la misma naturaleza, "hasta ella merece un descanso", pensé metiendo mis manos en los bolsillos del pantalón. Al pasar por la plaza central encontré una niña vendiendo gardenias, recordé cómo te gusta su aroma pues me has dicho que huelen a mañanas frescas con promesas de alegría, y de verdad que a mi me gustaría regalarte mañanas así, y tardes y noches... con un gesto le pedí que se acercara y compré dos ramitos; era verdad, su aroma suave te hace sentir optimista. Entonces, decidí postergar un poco mis deberes y pasar rápido a saludarte para poder entregar en persona "una mañana con promesas de alegría" en tus manos. Tu casa no se encontraba tan lejos, así que llegaría pronto, por lo que pensé en hacer una breve escala en el pequeño café que se encuentra a unas cuadras de tu hogar. Ahí venden un café con aroma a noches bohemias y promesas de sueños por realizar, o bueno, eso es lo que siempre he pensado. Al entrar cuál ha sido mi sorpresa al encontrarte ahí, tan linda como siempre, con dos vasos en una pequeña canasta, me acerqué por tu espalada sin que lo notaras, te rodeé con mis manos llenas de gardenias y te dije suavecito al oído, "Hola señorita, le he traído unas mañanas con promesas de alegría", recuerdo que giraste con esa sonrisa de sol que tienes, abriste los ojos grandes y contestaste, "Que curioso señor, yo me disponía a llevarle una noche bohemia con promesas de sueños por realizar". La abracé no sólo con mis brazos sino con el alma y no me quedó más que decir... Que curioso...
FABO
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