miércoles, 5 de febrero de 2020

La hoja...

Al asomarme por la ventana
noto que una hoja se desprende de la rama
y siento que el otoño me llega en plena primavera.

   El viento juega con la hoja,
   la hoja juega con mi mirada
   dejándola perdida a cualquier parte
   cuando su rumbo deja de ser perceptible.

       Me quedo ahí, imaginando su destino,
       si la hoja habrá percibido mi mirada,
       si acaso me extrañará en su lejanía,
       si me recordara en su nuevo destino.

La imagino cruzar la ciudad,
el viento frío la seca poco a poco,
va perdiendo un poco de sí a través del viaje,
yo voy perdiendo un mucho de mi por la misma razón.

     Llega por fin al campo, más amarilla que verde,
     se siente parte de él, pero no por completo,
     algo no cuadra, ya no es lo mismo.

Cae sobre un pequeño charco,
pero el agua ya no la reconforta,
se imaginó este momento tantas veces
y resultó ser totalmente diferente.

     Sus sueños hechos realidad,
     son realidades que ojalá siguieran siendo sueños
     y un escalofrío la recorre y nota el café marrón
     de su propia estructura.

Decide regresar a donde fue feliz,
pero cada vez es más complicado retomar el camino,
recuerda la vereda, pero su pequeño cuerpo no da para más.

   Tiempo después,
   siento una pequeña partícula de polvo entrar en mi ojo,
   y de repente, como un relámpago, me llega el recuerdo de la hoja.

Por un instante, pienso, sí notó que yo la observaba.
Por un instante, pienso, sí me quiso.
Por un instante, pienso, logró volver a donde fue feliz.

                                                                                                             FABO



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