miércoles, 19 de febrero de 2020

Escribiendo esta historia...

La mañana aclara y los sonidos de una ciudad aún un tanto dormida comienzan a sonar en nuestra habitación, nosotros de la misma forma movemos cada quien una parte de nuestro cuerpo; tú estiras las piernas y yo estiro los brazos... tan complementarios como siempre... y poco a poco las sábanas se despegan de nosotros como si de la cáscara de una fruta se tratase.

Tu pequeña figura se dibuja a contraluz con las persianas aún cerradas, pareces un cuadro recién terminado y yo te admiro con los ojos entrecerrados, será que eres un sueño, pienso, pero al abrirlos un poco más me doy cuenta por completo... sí eres un sueño. Te arreglas y me miras de reojo, tu tierna voz me dice "Anda que se hace tarde" ¿Tarde para qué? si a tu lado tengo todo el tiempo del mundo.

El desayuno pasa como siempre, yo preparando el café, tú preparando la fruta, tus movimientos casi automáticos hablan del domino absoluto que tienes del espacio, de todo, me gusta verte porque me vuelvo un mero espectador en esa obra que montas cada mañana, con tus propios diálogos y movimientos, produces, diriges... y terminas por encantar al público.

Salimos y yo me enfrento a los problemas de la infraestructura de un país que pareciese se cae a pedazos y a mí me toca colocar una que otra pieza de este rompecabezas, mientras tú peleas con el "partner" y el "canal"... lo que sea que eso signifique... pero a pesar del estrés siempre sales triunfadora, a veces me sorprende la manera en la que tú misma no notas lo ingeniosa que eres.

Paso por ti y cenamos, vamos a ese lugar de pasta y pizza... Cosmo para ti, tinto para mí... y reímos, no sé bien de qué, pero lo hacemos, una risa hilarante en tu boca, una media sonrisa en la mía. Otro trago, por qué no, y la plática se torna más seria, en el futuro; en tus metas, en las mías y en las nuestras... nada me da más felicidad que vivir un futuro contigo en nuestro presente.

Nos vamos a dormir, "Vaya día", sueltas entre un suspiro de cansancio y de alivio, "No estuvo tan mal", replico mientras te tomo de la cintura, y nos acostamos, más no dormimos... la noche susurra con autos cruzando la avenida y destella una luz tenue de los faroles encendidos en la calle. "Te amo" te digo, "Te amo" me dices, tomas las almohadas y las cobijas para ti, dejándome una limosna de cada uno, que yo tomo con gusto y te abrazo... "Buenas noches".

Ese hubiera sido un gran día, pero no es así... tú hoy estás en otros brazos...

.... y yo... estoy escribiendo esta historia.

                                                                                                              FABO

viernes, 7 de febrero de 2020

Con el brillo del sol...

La tarde gozaba de todo el esplendor del sol y las nubes navegaban el cielo como grandes trasatlánticos que a la vista pareciesen pesados, pero son ligeros en el mar.

La luz era perfecta sobre el escritorio y la vista inspiraba; tomé mi pequeño cuaderno negro y la pluma del cajón, me senté en la silla de respaldo negro y abrí la última hoja en blanco, estaba seguro que las ideas fluirían como agua en una fuente de Toscana, sin embargo no fue así, poco a poco comencé a sentir un cierto martirio por ese "bloqueo de escritor", justo en ese momento ella atravesó la puerta, sabía que era ella no sólo porque era la única en la casa a parte de mí, sino por su andar ligero y su aroma que se adueñaba del ambiente, como ella se adueñaba de todo.

- ¿Qué haces? - su fragante voz embriagó mis sentidos - Trato de escribir algo, pero no se me ocurre nada - le contesté sin despegar mi rostro del cuaderno y con una mano sujetando mi cien derecha como si tratara de tapar la gotera de ideas. Por un momento permaneció en silencio, hasta que su melodiosa voz rompió el solemne momento - ¿Por qué no escribes algo sobre mí? - Me giré para observarla y en ese momento sonrió... y no me refiero a una sonrisa y ya , de esas que se dan con displicencia y acuerdo, o esas sonrisas que se dan por compañerismo... sonrió, como un niño que abraza a su madre, como el abuelo que ve a los nietos, como las aves que surcan los cielos en primavera, sonrió como la vida le sonríe a las flores y las estrellas a la noche, sonrió como la luna cuando recuerda a su amado sol y eso lo refleja.

Acompañado de eso sus ojos de avellana me miraban, pero no una simple mirada que aprecia algo a través del sentido de la visa, me miró... como observan los poetas a la luna, como los peces observan el profundo mar donde residen, me miró como un recién nacido mira el mundo que esta por vivir, me miró con la fiereza del tigre que ha visto a su presa, seductora como aroma de jazmines y profunda como caverna misteriosa, me miró como fuego en una hoguera en plena noche de junio, me miró como se ven los espíritus unos a otros.

Su cabello de un dorado opaco resplandecía con el brillo del sol, radiante, pero no como una luz que destella y ya... radiante como una mañana de primavera, como los pasos sobre el pasto que irradian tranquilidad, radiante como un "te amo" dicho en los labios de una enamorada para los oídos de su amado, radiante como un nuevo día lleno de "quizás" y "tal vez", de esos que tienen una infinidad de posibilidades en un sólo segundo, radiante como el brillo de un diamante en bruto con la promesa de ser una verdadera joya, radiante como el sonido de un "ya vuelvo" esperanzador en alguien que parte a la lejanía... pero regresa.

Su piel se veía tan suave, pero no un suave de sábana recién planchada, me refiero a esa suavidad que haría parecer una lija al terciopelo, una suavidad de pétalo de rosa tocada por el rocío de la mañana, tan suave como la brisa que mueve los árboles, un suave de verano, que como el tinto del mismo nombre, te refresca hasta el alma, suave como una pluma que cae de un ave que acaricia el cielo en su caída, suave como un beso tan sutil que no sabes si en verdad te han besado hasta que tienes esa reacción de suaves voltios en tu cuerpo.

Los labios jugosos, pero no me refiero a esos que son como una fruta esperando brindar su jugo, jugosos como la vida misma que espera ser exprimida hasta la última gota y te hace pensar "He vivido", jugosos como el imaginario de un niño de cinco años que sueña con ser astronauta en un mundo de dinosaurios, y lo hace; jugosos como los libros de poesía y de cuentos, esos que uno puede exprimir una y otra vez y no termina de comerlos, jugosos como el atractivo ser de su figura por ser devorada.

La miré por unos segundos más... - De acuerdo- ... contesté... - Algo se me ocurrirá - 



                                                                                                                           FABO   

miércoles, 5 de febrero de 2020

La hoja...

Al asomarme por la ventana
noto que una hoja se desprende de la rama
y siento que el otoño me llega en plena primavera.

   El viento juega con la hoja,
   la hoja juega con mi mirada
   dejándola perdida a cualquier parte
   cuando su rumbo deja de ser perceptible.

       Me quedo ahí, imaginando su destino,
       si la hoja habrá percibido mi mirada,
       si acaso me extrañará en su lejanía,
       si me recordara en su nuevo destino.

La imagino cruzar la ciudad,
el viento frío la seca poco a poco,
va perdiendo un poco de sí a través del viaje,
yo voy perdiendo un mucho de mi por la misma razón.

     Llega por fin al campo, más amarilla que verde,
     se siente parte de él, pero no por completo,
     algo no cuadra, ya no es lo mismo.

Cae sobre un pequeño charco,
pero el agua ya no la reconforta,
se imaginó este momento tantas veces
y resultó ser totalmente diferente.

     Sus sueños hechos realidad,
     son realidades que ojalá siguieran siendo sueños
     y un escalofrío la recorre y nota el café marrón
     de su propia estructura.

Decide regresar a donde fue feliz,
pero cada vez es más complicado retomar el camino,
recuerda la vereda, pero su pequeño cuerpo no da para más.

   Tiempo después,
   siento una pequeña partícula de polvo entrar en mi ojo,
   y de repente, como un relámpago, me llega el recuerdo de la hoja.

Por un instante, pienso, sí notó que yo la observaba.
Por un instante, pienso, sí me quiso.
Por un instante, pienso, logró volver a donde fue feliz.

                                                                                                             FABO