los claros de luna me matan lentamente
y las estrellas se burlan de mi paso incierto,
son ellas las que guían,
y hoy me confunden más.
Me arranco de la piel tus caricias
y noto el sangrar de las heridas
con aroma a flores de domingo santo,
mi templo derrumbando en menos de tres días
y todo por el golpe de tu ausencia.
Me duelen las manos de no escribirte,
ya ni siquiera puedo sostener la idea con ellas,
ni que digamos una pluma
o un anhelo.
El viento sopla
y me acaricia con su tacto de lija,
me hace daño y yo lo permito,
será que así me acostumbré
por el tiempo que estuve a tu lado.
Los bosques gritan,
los mares me llaman,
el desierto me espera,
mientras yo me hundo lentamente
en los pantanos de un falso recuerdo
de los que enlodan todo
y dejan su aroma enmohecido de un ayer.
¡Ay amor mío!
de no ser porque todo esto
me hace sentir absolutamente vivo,
casi sería
insoportable.
FABO
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