La noche no se acaba con el partir de las estrellas,
así como tú presencia no se acaba con tu ausencia invisible.
La primavera sigue escondida en ese invierno,
latente como mariposa en capullo.
Presente en un mundo que no la nota,
porque no sabe cómo se ve lo importante.
El beso sigue en los labios,
como una bala cargada en la escopeta del abuelo,
olvidada en el ático
pero lista para la revolución.
La nube sigue en el cielo,
aunque dispersa,
esperando el momento de reunirse consigo misma
y volverse un manto blanco
que proyecta una sombra bajo de sí.
Yo sigo queriéndote,
con un latir normal, de pulso relajado.
Y tú no lo percibes,
y yo no lo menciono.
FABO
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