Que hemos de saber vida mía
si la vida se nos escapa a gotas de felicidad
y no nos damos cuenta
porque nuestras manos no están entrelazadas.
Quisiera gozar esta vida
teniendote cerca hasta que muera,
pero en tus brazos
la inmortalidad se vuelve latente.
Yo que sé de la vida,
y la vida qué sabe de mi
si yo no he terminado de vivirla
y ella se muere por vivirme.
Qué hemos de saber,
si el abandono muto
es un triste porvenir
cuando no lloramos lo que nos queremos
y cuando dejamos que el querernos
nos pase de largo.
Aquí ya no caben arrepentimientos,
lo que fuiste, fuiste...
lo que fui, qué mas da...
Ya no nos queda espacio
para el maldito arrepentimiento
porque tu y yo no somos cobardes,
cobarde la vida
que no se atreve a ponernos juntos.
Te juro que ya no lloro,
mis ojos ya se han quedado en la estepa,
nos queda el "que hubiera sido"
y eso tiene un infinito de posibilidades.
Hay que aprender a querer y vivir,
y yo aprendí a quererte a la distancia,
pero jamás aprenderé a vivir sin ti.
FABO
(La Santa Cecilia; Amar y Vivir)
jueves, 27 de agosto de 2015
martes, 25 de agosto de 2015
Nada tengo ya...
Me pare frente a su puerta, sabía que ya era tarde, pero hay cosas que son atemporales. Llame a su puerta tres veces, y salió con su cara de sueño, entre asustada y sorprendida, le pedí que bajara y solo hizo una mueca de disgusto. Abrió la puerta con un gesto que trataba de disimular un poco su enojo, no dijo nada sino que hizo un ademan como si me cediera la palabra después de una letanía en silencio. Aclaré un poco mi garganta, como si existiese una puerta que no dejara fluir las palabras, sin embargo estás la derribaron a golpe de ariete y fluyeron como si fuera un río embravecido lleno por la continua lluvia de ideas y sentimientos que no pueden contenerse más. Respiré profundo, la miré a los ojos fijamente y esto pareció tomarla por sorpresa, tal vez notó la decisión en mi mirada, "He decidido ya que nada importa, todo carece de relevancia, nada presenta ya la más mínima prioridad en mi vida. Me he vuelto una persona vacía. Ahora solo como, duermo, trabajo, me levanto, me cepillo los dientes, voy por los víveres, y al día siguiente todo vuelve a ser igual. Así que me he cansado de esta situación y vengo a pedirte... no... a exigirte que me devuelvas todo lo que soy, y me refiero en verdad a todo, porque no es válido que me hayas despojado de mi tesoro más preciado, mis ganas de vivir, y no digo que me vaya a pegar un balazo en la sien, me refiero al color de la vida, al aroma de la ciudad dormida, al calor del sol en mi piel; a los retazos de poesía mal lograda, a las canciones tocadas en esa vieja guitarra desafinada. A mis noches lluviosas en calma a pesar de los truenos incesantes, a mis sueños despiertos, a mi imaginación lúcida y febril. No quiero nada más, de verdad que no busco absolutamente nada. Solo voy a extender mi mano para que me pases mis recuerdos y anhelos, que pueden ser tan pequeños para ti, pero son la inmensidad de mi persona, ya regrésame las miradas furtivas que tantas veces te ofrecí y que nada te valen ya para ti, dame mis palabras de aliento en tus días difíciles o mis abrazos sincero cuando te decía "calma, todo estará bien". Me he quedado con tanto de ti y tan poco de mi; que te pido me des lo propio." Sus ojos se abrieron con el impulso de la sorpresa, pude notar como se obscurecían aún más a pesar de ser tan negros como las noches sin luna. Quiso decir algo, pero su boca apretada no permitía decir nada, era más su orgullo que su cariño... Finalmente alzó su rostro de manera altiva, me lanzó una última mirada que trataba de ocultar un perdón sincero tras una cortina de indiferencia, las lágrimas estaban en el borde pero las contenía como si su vida dependiera de ello. Giró y entró de nuevo a su hogar, se detuvo un momento en el umbral y mirándome de reojo dijo "Todo es tuyo, yo nada tengo ya" y desapareció para siempre.
FABO
FABO
lunes, 17 de agosto de 2015
Lluvia...
Vas como la lluvia
llenando todo de vida,
resuena tu andar por las banquetas
y mis esperanzas de empaparme en ti
me renuevan el espíritu.
Llegas serena y tibia,
con tus besos húmedos y delicados
me rodeas por completo
con tus brazos ligeros
recordándome el sentido de mi existencia.
Cuando apareces
la ciudad toma otra forma,
otro aroma,
otro sentido,
mientras yo espero
para que mi palpitar retumbe
al ritmo de tu andar.
A veces te da por ser sutil
y otras tantas tempestuosa,
a capricho puedes dar vida
o destruirla.
Te quiero,
tanto como la árida tierra a tu sutil besar,
te quiero porque contigo
puede que no lo tenga todo
pero nada me falta ya.
Tu rostro pálido y sonriente,
tu mirada traviesa y alegre,
tu espigada figura recostada,
y mis ganas de amarte bajo la lluvia.
FABO
jueves, 13 de agosto de 2015
No me niego a quererla
No me niego a quererla; muy por el contrario, la esperanza de verla en el autobús, en el parque, en el aparador reflejada en ese lindo vestido azul es latente todo el tiempo. Yo abrazo su recuerdo como un amor de antaño que ha viajado por el mundo y dejado en cada parte un pedazo de mi. Le prometo que no es falta de cariño, es la expectativa de verla en todas partes y que en ninguna se encuentre. Mis caminos se han convertido en falsas esperanzas, sabe... es usted una buena promesa, de las que causan furor y alegría; la pena es que no termina por cumplirse y yo comienzo a sentirme como el pueblo y la veo a usted como el político, sin ánimos de ofenderle. La quiero con fuerza, con todas las que conozco, con la de gravedad y la centrífuga; con la fuerza que mueve un cuerpo, con la de mis pasos, la de mis sueños y la de ese motivo que nunca se tiene claro pero por ello se hace todo. No sé si me comprenda por completo, o si no me doy a entender para nada; pero es así, es usted motivo y causa sin siquiera serlo, como esa necedad de quererla sin quererlo. Me gusta pensar en usted como una montaña que espera ser conquistada, y yo la veo imponente y me lanzo sin reservas a escalar ese camino empinado y peligroso, pero a medio recorrido me doy cuenta que yo de alpinista tengo poco, y por poco me refiero a que sólo conozco el término por referencias literarias; noto mi calzado deshecho, mi traje destrozado y mis ilusiones por los suelos. Cómo he pensado en conquistarla sin siquiera estar preparado, llámele osadía o en una forma más correcta, estupidez, sin embargo querida mía eso es precisamente lo que el amor conlleva, una estupidez innata que aflora en cada célula del cuerpo por el mero hecho de sentir un rayito de su sol en ésta vida de nubarrones perpetuos. La quiero y no me niego a hacerlo, es gracias a usted que lo he conseguido todo, menos tenerla a mi lado. Pero a veces me da por pensar, qué más da, si gracias a usted mi vida es mejor por el mero hecho de saberla en un mundo en el cual nos alumbra el mismo sol y nos cobija la misma noche. No es que me considere mártir de sus ojos, aunque el mundo así me vea. Me gusta considerar que esto más que sufrimiento es aprendizaje de vida, y la vida duele, mi vida... como me duele usted, como me gusta vivirla.
FABO
martes, 4 de agosto de 2015
Buscándola...
Me dedique a buscarla en cualquier parte,
entre las nubes que se arremolinan
creando figuras de sueños,
por eso pensé encontrarla ahí.
La busque en mis pasos perdidos,
en los consejos no seguidos,
en los caminos por recorrer
y en los años venideros.
No pude encontrarla,
y eso que busqué con atención
en el vuelo de la aves
y en el murmullo silencioso
de los bosques tras la lluvia.
La busqué en las noches estrelladas
y en la más cerrada penumbra,
me pareció verla tras la luz de una vela,
pero sólo era la ilusión de su silueta
que baila como el candor del fuego.
La busqué entre lineas de poesías,
en las letras de canciones,
escondida en las notas de un piano
y en las pinceladas de los cuadros antiguos.
Por más que intenté
no la encontré en la sonrisa de los niños
ni en la mirada profunda de los ancianos.
Sin más volví a casa,
busqué su retrato y al verlo
tampoco la encontré por completo.
Miré mi reflejo solitario
y por un instante, un sólo segundo,
alcance a verla en mi mirada,
estoy seguro que era su recuerdo queriendo salir,
pero no quise que se fuera,
pues por ese simple momento
pude volver a verla,
y por hoy,
eso me basta.
FABO
entre las nubes que se arremolinan
creando figuras de sueños,
por eso pensé encontrarla ahí.
La busque en mis pasos perdidos,
en los consejos no seguidos,
en los caminos por recorrer
y en los años venideros.
No pude encontrarla,
y eso que busqué con atención
en el vuelo de la aves
y en el murmullo silencioso
de los bosques tras la lluvia.
La busqué en las noches estrelladas
y en la más cerrada penumbra,
me pareció verla tras la luz de una vela,
pero sólo era la ilusión de su silueta
que baila como el candor del fuego.
La busqué entre lineas de poesías,
en las letras de canciones,
escondida en las notas de un piano
y en las pinceladas de los cuadros antiguos.
Por más que intenté
no la encontré en la sonrisa de los niños
ni en la mirada profunda de los ancianos.
Sin más volví a casa,
busqué su retrato y al verlo
tampoco la encontré por completo.
Miré mi reflejo solitario
y por un instante, un sólo segundo,
alcance a verla en mi mirada,
estoy seguro que era su recuerdo queriendo salir,
pero no quise que se fuera,
pues por ese simple momento
pude volver a verla,
y por hoy,
eso me basta.
FABO
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