viernes, 27 de marzo de 2015

Los zapatos negros...

Cuando miró el guardarropa la decisión no era muy complicada, sólo tenía el traje azul obscuro a rayas, ese que le hacía sentir un mafioso italiano de los años 30s, y el traje gris claro, el que usaba para los eventos matutinos con la familia. Eligió el azul, no sólo porque la reunión sería por la noche, sino porque con él se sentía un poco más serio de lo que realmente era. La camisa blanca y la corbata gris con puntos azules; eso cerraría el marco. Buscó los mocasines negros, y mirándolos fijamente entendió que ni por más grasa que les pusiera mejorarían su aspecto; sintió un poco de pena al verlos, los tenía desde hace ya algún tiempo y habían compartido con él todas las experiencias importantes de los últimos meses de las cuales tenía memoria, porque es justo decir que su memoria no era privilegiada, olvidaba fechas, nombres y lugares, a veces confundía personas que las relacionaba con hechos diferentes. Éste par lo había usado cuando por casualidad tomo el tren equivocado y lo había llevado al otro lado de la ciudad, descubriendo un pequeño café al cual se acostumbró a ir cada sábado por la mañana, también los lleva puestos el día que por un pequeño error en la hora de su reloj el despertador no sonó y llego tarde al trabajo por tercera vez, algo que su antiguo jefe ya no pudo pasar por alto. Los usaba el día que tropezó con aquel señor que bajaba del taxi y el cual no notó que por el encuentro tiró su billetera; gracias a que los zapatos eran cómodos pudo correr para alcanzarlo, iniciar una charla y conseguir un trabajo sencillo de redactor, algo que lo llenaba de alegría más no de dinero. También los llevaba el día que alegremente contestó el teléfono escuchando la voz entrecortada de su prima Ana, diciendo que la tía había pasado a mejor vida, el colgó y con una lagrima y una sonrisa tomó el saco gris y se dirigió al funeral a paso lento, como si los zapatos también estuvieran de luto. Recordaba aquella ocasión en la que la lluvia lo sorprendió por la tarde, cómo sus mocasines jugaban en los charcos como niños pequeños que no escuchan los regaños de sus madres; son felices por el simple hecho de jugar en el agua, así se encontraba él, feliz por el hecho de sentir la lluvia. Recordaba la noche que la conoció en el bar, él tomaba una cerveza clara y ella una obscura; era obvio que estaban destinados a amarse porque ambos disfrutaban de lo mismo aunque cada quien a su estilo; no olvidaba que la acompañó hasta su casa con el calor del alcohol anidado en su pecho y la mano fría sujeta a la de ella. También traía ese calzado el día que ella salió por última vez por la puerta del pequeño apartamento, él bajó las escaleras y cuando ella giró sólo pudo decirle con una sonrisa nostálgica "Adiós" caminó dos pasos y de nuevo giró observándolo de arriba a abajo "deberías de comprar un nuevo par de zapatos"; sintió cómo aquel calor del pecho se enfriaba lentamente y está seguro que sus pies se sentían del mismo modo con el sólo hecho de pensar que podrían cambiar de residencia después de haberse acomodado tanto en esos zapatos. El último recuerdo hasta ahorita era que los llevaba puestos justo el día que la puerta del tren casi lo deja sin el zapato derecho, como héroe de acción se lanzó en su rescate y por milímetros logró tomarlo y llevarlo dentro justo antes de que la puerta cerrara, cuando pudo incorporarse escuchó a su espalda "De verdad que te gustan tus zapatos" con una voz dulce y juguetona, al verla no pudo hablar y con su típica cara de bobo asintió mientras mostraba su sonrisa apenada y sincera; ella sonrío de la misma manera, y pensó "¿Cómo no podría quererla?". Y hoy después de haberla conocido hacía un año exactamente, después de peinarse, rasurarse, ponerse loción y ajustar el saco, los llevará puestos. Ésta vez no le importará que se talle un poco la punta del zapato izquierdo cuando ponga su rodilla en el suelo, saque el anillo y le pregunte si le haría el honor de pasar el resto de su vida a su lado. Y yo creo que a ellos tampoco. 

                                                                                                 FABO  

miércoles, 25 de marzo de 2015

Contigo entre mis brazos...

Contigo entre mis brazos,
la vida corre lento,
se escurre como lluvia entre la maleza
y termina llenándome de su eternidad.

     La noche sonríe con su boca sensual
     y nos besamos sin respirar
     demoliendo las viejas ataduras de un
     pasado sin sentido ni estrellas.

 Me dejo llevar como el agua del río
 bañandome entre sus aguas claras,
 como tu alma,
 que me lleva al mar de ti.

       Las mañanas saben a nuevo día
       y el calor recorre la sangre
       como lava de un volcán
       a punto de hacer erupción.

  Me quedo inmóvil en mis propios pasos
  y aún así siento que recorro el mundo,
  el espacio,
  todo cuanto el universo me ofrece
  lo encuentro en ti.

         La ilusión me hace sonreír
         mientras tú te acomodas en mi pecho,
         el mundo toma sentido
         todo adquiere color,
         me siento en paz y tranquilo,
         contigo entre mis brazos.  

                                                                                                                          FABO
   

martes, 10 de marzo de 2015

Un poco más...

Me levanto con las ganas de verla
puestas desde el abrir de estos ojos
que no pueden dejar de observarla
en cualquier parte,
y esto me sucede
cada vez un poco más.

         El candor del sol me reconforta
         y la humedad de los jardines
         nos recuerda una vida presente
         y merecida,
         todo se renueva a su paso,
         todo se renueva
         un poco más.

  Las plegarias
  se convierten en nostalgias,
  los fracasos se funden en olvidos,
  mis brazos no se cansan de tenerla
  y quisiera estar así
  sólo un poco más.

          Su ausencia se lleva todo,
          no suenan sus pisadas
          ni su respiración,
          no se percibe su aroma por la habitación,
          y yo la extraño
          un poco más.

  De nuevo escucho su suave voz
  cruzar por los aires como notas de sinfonía,
  le veo dar un paso firme a mi encuentro,
  mientras trae puesta su tímida sonrisa,
  y en cada paso que vamos dando
  yo le quiero un poco más...
 
                                        ....y un poco más...

                                                         ....y un poco más...

                                                                                               FABO

lunes, 9 de marzo de 2015

Inmóvil...

Ni miedo,
ni furia,
ni rencor,
sólo olvido
y nada más.

      El frío no se siente
      y el calor no derrite la nieve,
      el faro ya no guía
      y el viento no me lleva a ti.

  El árbol no crece,
  la flor no abre
  y el ave no canta más.

        El mundo habla y no dice nada,
        los pasos se pierden en sí mismos,
        estoy cansado de nada y de todo.

  Observo un atardecer que no acaba
  y las nubes permanecen estáticas,
  el mar se encuentra en calma,
  los recuerdos se esconden
  para no ser descubiertos.

        Nunca pude acostumbrarme
        a una vida tan de siempre,
        nunca pude acostumbrarme
        a tu ausencia repartida en todas partes.

   Parece que todo vuelve a la normalidad,
   el mundo se mueve
   y me doy cuenta entonces
   que el inmóvil
   siempre fui yo.

                                                                                                             FABO

         
       

viernes, 6 de marzo de 2015

Nos quisimos a destiempo...

La miré directamente a sus grandes ojos negros, y sin más ni más le dije que quería pasar mi vida a su lado, lo dije claro y seguro para que no existiera duda alguna, quería que notara que la seguridad no radicaba en mí sino en ella, que notara que la vida existía porque ella le daba sentido. Pude notar como sus ojos grandes se abrieron aún más y el asomo de una lágrima amenazaba con recorrer su mejilla, sin embargo creo yo que su orgullo puede más que su deseo de libertad. Giró el rostro mientras tomaba su copa con la mano derecha y yo me aferraba a su mano izquierda como si estuviera a punto de caer por ese profundo barranco perdiendo mi vida al instante encontrando en su mano la única salvación posible, y era verdad... yo no dejaba de mirarla fijamente pero me supe perdido cuando de una manera sutil fue deslizando poco a poco su mano fuera de la mía, sentí como su calor me abandonaba, como mi vida perdía su candor y como iba cayendo por esa fosa profunda, obscura y lúgubre del inminente olvido. De nuevo colocó su mirada frente a la mía y a pesar de sentir esa caída libre dentro de mí traté de permanecer lo más impávido posible, que no se notara la muerte de aquel golpe fatal que estaba a punto de suceder, retiré mi mano y tomé mi copa; se notaba que ella no sabía cómo comenzar ese monólogo que me enterraría debajo de cada roca de sus palabras, un pequeño sorbo de ambos al vino, al mismo tiempo, que irónico que ni siquiera en ese gesto sincronizado pudiera notar nuestra pertenencia mutua; colocó con suavidad la copa en la mesa y pareciese que ese trago le dio el valor que por un segundo antes le hizo tanta falta; y comenzó... "¿De verdad quieres pasar el resto de tu vida conmigo?, ¿Y por qué? ¿Qué es lo que puedo yo ofrecerte para que alguien como tú busque estar por el resto de su vida a mi lado?, si de verdad quieres saber esa respuesta, lo único que puedo ofrecerte son demonios de un pasado arraigado en un alma incomprendida, te puedo dar noches largas de insomnios innecesarios, te puedo dar todo aquello que no necesitas para ser feliz, y créeme que no es falta de amor, muy por el contrario, es tanto mi cariño que no busco lastimarte, que termines odiando todo eso que has querido y entonces aquel paraíso que ofreces se vuelva un vació tan grande que no quede ya nada de ninguno de los dos, lo siento pero no puedo permitirme arrasar con tus sueños como el mundo arrasó con los míos, por más que quisiera que fuera de otro modo, por más que la vida me enseñe que nos pertenecemos, por el momento no puedo aceptar que la vida se muestre tan bella, sé que puede sonar incomprensible pero no está en mi instinto... Lo siento". No dijo nada más, esperó por un instante mi respuesta, pero no la tuve, ¿Qué se puede responder ante una sentencia de muerte?, ¿Qué se puede decir en un momento así?, ella sonrío con desgana, se levantó y tomó su bolso "No mereces esto, lo sé y de verdad lo siento" fue lo último que dijo y se marchó con un paso suave, con esa cadencia que tiene al caminar, era una muerte tan aterradoramente bella, y se fue de mi vida...

Los días y las noches pasaron, junto con los meses, las estaciones, los años... A pesar de ser un recuerdo inmóvil la lejanía de éste me hizo pensar en muchas ocasiones que solo había sido un sueño, uno claro y vívido, pero nada más, algo que en algún momento fue tangible pero perdido en una maleza de sinsabores mezclados en una turbia realidad inventada; o por lo menos eso me repetí tantas veces hasta creerlo real. Pero así como son las tormentas, como lo es ella, apareció de nuevo de la nada con su sonrisa de sol y su mirada de un juramento de tempestad para una vida por fin en calma. Se acercó y en cada paso que daba el corazón se desbocaba como un potro salvaje por años sometido que alcanza a ver una salida a su continua opresión. "Hola" murmuro a quemarropa, cómo era posible que con una simple palabra proferida por sus labios rojos todo el mundo se detuviera para escucharla, para quererla, para rendirse a lo que el destino mande; "Hola" respondí con una sonrisa honesta, caminamos por la plaza que poco a poco cambiaba su color y su textura con la llegada de la noche. Finalmente me miró directamente con sus grandes ojos negros, y sin más ni más me dijo que quería pasar su vida a mi lado he inmediatamente después volteó su mirada hacia la nada, era extraño pero esta vez no sentía ese vacío de aquel día, tal vez la caída había sido tan fuerte que había destrozado todo lo que fui en ese momento, tal vez cada palabra me enterró tan profundo que ya no quedaba nada más de ese pobre difunto, tal vez la tierra se había tragado esa conciencia y el de entonces no era más el de ahora, las palabras resonaron en mis oídos, en mi mente, en lo más profundo de mi ser; parecía la misma historia contada a través de un espejo. Pude sentir su mirada clavada en mí, mientras yo clavaba la mía en la fachada de un edificio del año 1800, analizando cada cornisa, cada elemento arquitectónico de tan bella construcción, podía leer claramente las palabras que me había dicho cinceladas en las columnas, en los balcones, en los adornos de piedra, en las figuras; no cabe duda que ella era una fusión perfecta en cualquier tipo de arte. Sentí de nuevo su mirada fija y esto me trajo a la realidad, coloqué mis manos bajo la barbilla y comencé... "¿De verdad quieres pasar el resto de tu vida conmigo?, ¿Y por qué? ¿Qué es lo que puedo yo ofrecerte para que alguien como tú busque estar por el resto de su vida a mi lado?, si de verdad quieres saber esa respuesta, lo único que puedo ofrecerte es un ayer con miras a un futuro prometedor, puedo darte ese pasado que tanto quisiera haber vivido contigo, puedo ofrecerte esas experiencias y memorias adquiridas en viajes, en cafés, en charlas de todo y de nada, puedo ofrecerte esas noches de insomnio donde no estuviste o en esos días de triunfos que tampoco compartimos, puedo ofrecerte una vida que he vivido a tu lejanía con tu recuerdo todo el tiempo, te puedo dar un pasado que de cualquier forma ya sucedió y no estuviste ahí para vivirlo. Entonces como podrás notar, esa vida que podría haber compartido contigo no existe más, porque ya ha sido vivida, ahora soy yo el que sólo puede ofrecerte mis demonios de un pasado, porque es lo único me queda de esa época en la que hubo un nosotros y que después no lo fue más, siempre te he sido sincero y sabes que lo que digo es verdad. Puedo prometerte que no he dejado de quererte ni un sólo día desde el primer instante en que te vi, pero la vida pasa, nosotros pasamos y al final no pasó nada... Tal vez en otra vida, o en otro momento o en otro mundo tú y yo hubiéramos sido felices compartiendo una historia juntos, pero hoy no puedo ofrecerte algo que no tengo más... lo siento" y el silencio lo dominó todo, esperé una respuesta por su parte pero sólo pude notar como cerraba sus ojos mientras su rostro mostraba el perfecto entendimiento de mis palabras, la besé en la mejilla, me levanté y cuando me di media vuelta sólo pude decirle "No mereces esto, lo sé y de verdad lo siento". 

                                                                                                           FABO