jueves, 8 de enero de 2015

Un nuevo destino...

Lo más inquietante no era el hecho de estar sentado en el sillón de piel negro, desgastado y con esa apariencia de haber sido adquirido en una venta de segunda mano; tampoco lo era el hecho de ver el piso de madera sin pulir, con un aspecto de haber sido pisado por más de cinco décadas sin siquiera haber conocido las cerdas de una escoba o un triste trapo algo húmedo, sin embargo, su imagen iba de la mano con los muros grises , sombríos y llenos de cuadros opacos, los cuales han perdido ese resplandor artístico que alguna vez ostentaron, eran la muestra de algo grande venido a menos, como un mero recuerdo de sí mismos. Al tomar conciencia de mí, pude notar el pantalón de vestir negro y los zapatos en punta del mismo color, la camisa blanca sin dos botones abrochados, el abrigo negro y el reloj a juego; sentí un cigarrillo en la mano derecha, a pesar de no haber fumado en años, y pude notar el aroma algo húmedo de la habitación que se mezclaba con el humo de aquel cigarro. Decidí recostarme un poco en el sillón, dejando caer sobre él toda la pesadez de mi alma, con todos los recuerdos intactos hasta la una de la mañana. Podía ver claramente, como si se proyectara en una sala de cine, todo lo sucedido hasta ese momento. Recordaba el haber pasado por ella en mi automóvil gris, ir vestido con un traje azul obscuro y una corbata de moño a juego; la recuerdo vestida de negro, con un abrigo grisáceo, el cabello lacio suelto y su ojos verdes resplandecientes que brillaban a manera de invitación a un juego peligroso bajo la luz de la calle. Recuerdo haber llegado al restaurante "Il Sogno" y pedido dos copas de vino rosso, a su vez aún recuerdo claramente la delicada voz de la camariera que me respondió con una sonrisa seductora prego, buonasera al terminar de ordenar y pronunciar grazie mientras la miraba fijamente. Recuerdo la discusión que tuvimos, las cosas hirientes que se dijeron en un tono bajo, no hubo gritos y ni malas palabras, no hubo escándalo ni siquiera rostros de furia, sólo indiferencia; fue una discusión clara, plana, sin sentimiento. Era obvio que ninguno de los dos sentía pasión por el otro. Todo terminó como si hubiéramos firmado un contrato de venta empresarial. Un pequeño dolor aquejo a mi pecho, sin embargo creo que fue más por el hecho de no saber qué paso debería de tomar ahora, más que por la partida de quien en algún momento fue mi vida y motivo completo, o tal vez fue la desilusión de ver aquel espejismo que soñé como un motivo excelso, reducirse poco a poco en una realidad tan humana, tan de siempre. Creo que para ella fue lo mismo, o tal vez ya lo había sido desde hace tiempo y no había tenido el valor para decirlo sino hasta ahora. Al salir ambos nos miramos fijamente, ni siquiera pudimos besarnos, ni un adiós o un hasta pronto; la mirada lo dijo todo, fue como dar un último vistazo a un sueño realizado pero mal logrado, fue como ser un niño y abrir un gran regalo en navidad para descubrir que era justo lo que no querías. Recuerdo haber caminado al lado opuesto del que tomó ella, recuerdo haber girado para ver como se alejaba, recuerdo que ella no volvió la vista atrás. Fui por el carro y maneje por un par de horas a un destino incierto, y después de eso no recuerdo nada más. Será que tal vez ella era quien le daba sentido a una vida que no tiene ningún sentido en sí misma, quizás era ella quien creaba y almacenaba esos recuerdos en su memoria y yo terminaba siendo una proyección, una mera imagen y siendo así poco importa en donde me encuentre, con que ropa o con quien, eso era lo verdaderamente inquietante, el haber despertado en mí cuando dormí tanto tiempo en ella. Volví a dar una fumada de aquel cigarro y sentí como el humo penetraba en mis pulmones, ahogándome, inundándome con sus múltiples toxinas, y aun así dotándome de una libertad que me hacía sentir más vivo que nunca. Apagué el cigarrillo en un pequeño cenicero colocado sobre una mesa junto a la ventana; pude ver que comenzaba a amanecer. Salí de la habitación y el frío rápidamente buscó su camino entre mis ropas y mi cuerpo, ni siquiera pude hacer una mueca de disgusto, metí las manos en los bolsillos del abrigo y gire en busca de mi auto; lo puse en marcha y me enfile hacia la carretera vacía, tomé rumbo a la derecha no sé por qué. Aún no recordaba nada y tal vez era lo mejor, era el momento de dejar todo atrás, tal vez era el momento de forjar un nuevo destino.

                                                                                     FABO